domingo, 16 de noviembre de 2014

XXXIV Maratón de Valencia

Enjoy the adoration. You've earned it

Primera maratón: MAPOMA (1996)
Últimamente me viene la inspiración para escribir cuando menos lo espero. Ayer, una vez desayunado, me había subido a la habitación del hotel para hacer tiempo hasta la hora de salir para la cita con los compañeros del club, y me di cuenta de que empezaba a no tener claro cuántos maratones había corrido. Siendo este un problema casi ridículo, comparado con el de Dennis (que entendí la noche anterior que llevaba 121) y el del individuo que presentaron por megafonía que iba a tomar la salida con nosotros (que dijeron que llevaba mil y pico), decidí hacer un poco de memoria, algo de arqueología y dejar registro de todo ello. Y se me ocurrió que estaría bien dejar escrito el recuerdo más relevante que tengo de cada maratón. Para mis nietos, supongo. Salen once y media, por ahora…

  1. XIX Maratón Popular de Madrid (1996). Aunque tengo muchos y buenos recuerdos, quizá el mejor es que, aunque me había convencido de que correría una sola maratón, estando tumbados recuperando en el césped, un corredor veterano me dijo “tanto sufrimiento, y al año que viene estaremos aquí otro vez”. Y yo le respondí: “yo, seguro”.
  2. XX Maratón Popular de Madrid (1997). Tenía que bajar de 3 horas ¿cómo no? Uno de los recuerdos más perennes es el aviso de Juan Ignacio diciéndome que tuviera cuidado con mi segundo maratón: habiendo hecho el primero con miedo, era muy normal perderle al respecto a la prueba en el segundo. Diana: bajé de 3 horas por primera vez en mi vida, pero aprendí la lección.
  3. XXI Maratón Popular de Madrid (1998). No sé si entrené más o mejor, no recuerdo si estaba especialmente motivado. Bajé de 2h50’, pero cuando terminé, lo único que quería era llegar a casa para hacerme una foto con mi pequeño, que para entonces ya tenía nada más y nada menos que 11 días.
  4. XXI Maratón Popular de Madrid (1999). El recuerdo no puede ser otro: una semana trabajando 12 horas diarias para entregar una oferta a Retevisión por cerca de 3.000 millones de pesetas (sí, no sobran ceros). El sábado no fue suficiente para recuperar tanto estrés, y me planté en la salida tras toda una noche vomitando, sabiendo que no terminaría. Supongo que no es correcto contarla como una maratón entera.
  5. Galarleiz (1999). Si tenía la forma ¿por qué desaprovecharla? Es la única maratón de montaña que he corrido, y la más bonita con diferencia. Aquellos 3h35’ me supieron a récord del mundo. El mejor recuerdo es que me llevó y me devolvió a casa el bueno de mi suegro.
  6. XVI Maratón de Sevilla (2000). La verdad es que, siendo mi marca personal en maratón, no guardo los mejores recuerdos de esta prueba. Un ejemplo: la soledad inmensa de los kilómetros que recorrían La Cartuja hasta el estadio, inmenso también, pero prácticamente vacío. Y la convicción de que había desperdiciado el mejor estado de forma de mi vida por culpa del trabajo.
  7. X Maratón de Ciudad Real (2005). De la única maratón en la que recuerdo haber andado porque no podía más, en la que esperaba volver a hacer una buena marca y no logré bajar de 3 horas, me quedó un recuerdo del que me siento orgulloso: estábamos en el AVE volviendo a casa y le dije a Bego: “no importa, al año que viene nos vamos a San Sebastián”.
  8. XXIX Maratón de San Sebastián (2006). La segunda mejor marca de mi vida, una gran carrera. Recuerdo impresionado los enormes grupos de corredores para bajar de 3 horas, 3h15, 3h30…
  9. I Maratón de Castellón (2010). A veces pienso que es de maratones como esta de las que deberíamos sentirnos más orgullosos. A pesar de las expectativas frustradas por la lesión, me quedo con el paso por la Plaza de la Paz, con aquellos 200 metros rodeados de gente generosa que no querían que pararas.
  10. New York City Marathon (2011). Podría parecer difícil encontrar un recuerdo especial en una experiencia tan inolvidable como es correr la mejor maratón del mundo, pero tengo uno muy claro: nada más llegar, pensé que volvería a correr la NYCM, pero esta vez lo haría con Bego, porque algo así hay que compartirlo al 100%. Y lo sigo pensando.
  11. XXX Maratón de Sevilla (2014). Nuevamente Sevilla se me volvió a dar especialmente bien. Está relativamente reciente, pero tengo un recuerdo que no creo que olvide: el suelo de un fantástico estadio de atletismo… destrozado, toda una metáfora del cariño de este país por todo lo que no es fútbol.
  12. XXXIV Maratón de Valencia (2014, ayer). No me puedo quejar. Sigo bajando de tres horas con cierta holgura y eso me satisface, aunque cada vez me cuesta más.
Última maratón por ahora: Valencia (2014)
Me hace muy feliz saber que en todos estos momentos tan importantes siempre he tenido al lado a la misma persona. Gracias, txiki.

Solo me queda, aunque solo sea por el título que le he dado al post, hacer unos cuantos comentarios sobre este último maratón:

  • Es muy agradable comprobar que en España empezamos a organizar maratones de una cierta calidad. Me gustó mucho lo que vi. Todo: la recogida de dorsales, la información al corredor, la camiseta, el escenario, la salida, los avituallamientos, la señalización, la animación de los grupos, el pasillo de llegada, las mandarinas, los pomelos, los masajes y, en general, el trato recibido.
  • Momentos inolvidables de ayer: el adelantamiento a una corredora ciega en el kilómetro 20 (para reflexionar cuando uno se cabrea porque algo no le funciona), espectadores ayudando a un corredor en silla de ruedas (creo que se le había salido la cadena) y especialmente los gritos de “vamos, Manu” durante los kilómetros finales (algo impensable hace 10 años).
  • Ah, lo olvidaba: ya tenemos pasaporte para Chicago 2015. 

jueves, 6 de noviembre de 2014

Yo solo corro lo que corro

Cuando era un chaval tuve que leerme el Discurso del Método. Como no teníamos Internet, me lo leí entero. Decía Descartes aquello de "Yo solo sé que no sé nada", como punto de partida para demostrar la existencia del ser humano (o algo así). Viene esto a cuento porque aunque me gusta hablar, no me gusta hablar de lo que no sé. Justo lo contrario de mucha gente, me parece a mi. Por eso, parafraseando al universal filósofo gabacho, yo diré que "Yo solo corro lo que corro", que es mi forma de decir que cuando hablo de correr, cuento mi experiencia personal, y me hace gracia la cantidad de gente que habla sin saber de qué habla. Por si no queda claro, aconsejo al lector que mis opiniones las coja con pinzas y haga con ellas lo que le venga en gusto y que construya las suyas, basadas en su propia experiencia.

GRUTEAR 2014
¿A qué viene este preámbulo? Pues a que voy a dejar por escrito para siempre (mejor dicho, hasta que Google lo borre) de qué tres formas estimo mi ritmo antes de una maratón. Y a que es importante tener muy claro que lo que digan estos tres métodos son estimaciones, y que no deberíamos darle más credibilidad que lo que nos dicen nuestra experiencia personal y nuestras propias sensaciones. 

Eso sí, antes de ponerse a echar cuentas, uno debe decidir si conocer esa cifra compuesta por minutos y segundos precisos es relevante o no. Y yo creo que sí: hace años que pienso que el éxito de un maratón reside en encontrar el ritmo exacto: si vas más deprisa, revientas; si vas más despacio, has perdido una oportunidad. Pero también pienso que es del género bobo plantearse marcas en la primera maratón que uno corre: el objetivo es (debería ser) otro y es (debería ser) obvio cuál es ese objetivo.

El doble más diez

La fórmula de estimación más simple consiste en multiplicar el tiempo de una media maratón corrida unas semanas antes en condiciones similares a las del maratón (se entiende que descansado, perfil parecido, humedad parecida, etc.). Multiplicamos el tiempo por dos y le sumamos diez minutos. Fácil. Hay quien pone en duda su validez (un campeón de España de maratón, por cierto). Claro, hombre, faltaría más: yo también lo pongo en duda. Es una aproximación, pero cuando no estás en la élite mundial, una aproximación así es suficiente. Recuerda:

Tiempo estimado de maratón = 2 * Tiempo de medida maratón más 10 minutos

El test de Serrano

Este test no tiene nada que ver con el tiempo que tardas en zamparte una cantidad definida de jamón ibérico. Ya me gustaría. Fue diseñado por Antonio Serrano y tiene base empírica. Muy resumidamente, consiste en correr un 6.000 al ritmo que un cree razonable, descansar minuto y medio y volver a correr 6.000 metros, pero esta vez a tope. Habrá una diferencia de ritmo medio entre los dos seismiles, el cual, a partir de las tablas que acompañan al test, orientan si tu marca previsible es demasiado optimista (más vale que vayas más despacio), correcta o demasiado pesimista (deberías ir a un ritmo superior).

A mi me ha dado todo tipo de resultados, por lo general acertados. Me ha avisado de que iba mal... e iba mal y de que iba bien... e iba bien. Pero creo que solo funciona si haces la prueba descansado y con rigor, circunstancias que no acompañan mi vida deportiva últimamente. Así que, he de reconocer que he llegado a una especie de acuerdo personal con este test: yo te hago, tú me dices que debería ir más despacio y yo no te hago ni caso.

No he encontrado nunca una página "oficial" del test.  Hay que buscar las tablas por Internet y se acaban encontrando sin mucho problema. Por ejemplo, aquí. Una vez más, es un test empírico, una aproximación, no garantiza nada, solo orienta, como el anterior y el siguiente.

Los puntos de Purdy

Este es mi método preferido. Este señor en algún momento recogió montones de datos y aproximó una fórmula matemática para predecir tus tiempos, no en maratón, sino en cualquier distancia, a partir de tu tiempo en cualquier otra distancia. Así de chulo. Para una marca dada tienes una puntuación que define tu estado de forma. Con ese dato puedes hacer la pregunta al revés: qué tiempo corresponde a esta otra distancia sabiendo que mi estado de forma es de tantos puntos (de Purdy)

La fórmula está por Internet, pero en su día monté un formulario para facilitarle la vida a todos los que quieran jugar con el invento. Pincha aquí. Basta con rellenar la distancia y tiempo de referencia y darle al botón de calcular.

Termino recordando, por última vez , que es una estimación, que todo es orientativo. Ruego al lector se abstenga de estimar su tiempo de 100 km a partir del tiempo de un milqui. El test lo hace porque son puras matemáticas; el sentido común aconseja no creerse los resultados: si no has entrenado para terminar un maratón, ya puedes darle al botón, que no terminarás ¿Por qué me vendrá al cabeza otra vez el amigo Descartes y lo del sentido común?

Ejemplo práctico

Quedan diez días para mi próxima maratón. Para dar qué pensar dejo aquí por escrito las tres estimaciones que me dan los tres métodos:
  • Tiempo en la media de Fuenlabrada: 1:23:18. Tiempo según el método del doble más diez: 2:56:36.
  • Tiempo según el test de Serrano tras la prueba de ayer. 4:08 en el primer 6.000 y 3:55 en el segundo. Más o menos, que me olvide de bajar de 3 horas... pongamos 3:05:00
  • Tiempo de acuerdo a los puntos de Purdy. Hace cuatro días, 10 kilómetros en 37:58; es decir, 564 puntos. Lo que equivale a correr la maratón en 2:58:33.
¿Y por qué digo yo que mi objetivo es 2:55:00? Pues porque las predicciones son predicciones. Y la experiencia y el sentido común sirven para tener criterio. Y porque las condiciones en las que he hecho los tests solo las conozco yo, el método de estimación no.... Y porque yo solo corro lo que corro, no lo que diga el test.

Ale, dentro de unos días vemos el final de la historia.

domingo, 19 de octubre de 2014

Media Maratón de Fuenlabrada

No tenía ninguna intención de contar cómo me fue la media maratón de Fuenlabrada. La elegí porque era la única que cuadraba perfectamente en mi plan de entrenamiento para el maratón de Valencia y no la había corrido nunca. Llegue incluso a plantearme hacer los 21 kilómetros por donde siempre a buen ritmo yo solo; pero desde luego no hay nada como el ambiente de carrera para forzarte de verdad.

Además, el precio de la inscripción es muy razonable: 13 euros (más 40 céntimos para los señores de Paypal). Y como además iba acompañado, allí que nos plantamos el 19 de octubre del año de Nuestro Señor 2014. El día, excelente. Sin problemas de ningún tipo para aparcar, en el recinto de la Universidad Juan Carlos I. 

Es difícil entender que en una carrera que se ha disputado 17 veces se entreguen los dorsales y los chips con un cuello de botella tan evidente. De forma que desde que recogemos el dorsal ya nos olemos que la salida no se va a dar puntualmente. Después comprobaríamos que se dio con un retraso de alrededor de cuarto de hora. Eso sí, al menos no hacía frío: todavía recuerdo aquellos 15 kilómetros de Tres Cantos donde estuvimos cerca de 10 minutos esperando a una corredora de élite (de color ella) porque llegaba tarde. La razón ni la sé ni me importa, pero era enero...

La sorpresa graciosa es "el chip", una caja roja con una cinta para sujetarla por encima del tobillo. Según leo el fabricante es SMARTRAC y se trata de una etiqueta de RFID, tecnología barata que les permite hacer un chip de usar y tirar. Obviamente no debería ocupar nada, pero ocupa lo suyo sin razón aparente. La cinta de sujección es también de mala calidad. Colocada sobre el calcetín no da problemas, pero en contacto con la piel, a más de uno le acabaría provocando rozaduras e incluso sangre.

Con aproximadamente 15 minutos de retraso, como decía, y estrenando la nueva camiseta del club, nos dan la salida. El recorrido es bastante feo. Como siempre, para los que corren en casa tiene su aliciente; para los que venimos de fuera, no. Podía ser mucho peor, cierto: Getafe. Tampoco es precisamente llano. Lo peor para mi gusto es la señalización kilométrica. Yo no logré ver muchos de los kilómetros, porque no estaban, por pequeños o por mal ubicados. Además se sube y baja demasiadas aceras. De forma que resulta difícil saber cuánto llevas y cuánto te queda. Por último, la animación muy justita, aunque ese es un mal endémico.

Se dan dos vueltas y, al final, se hace un ajuste por el interior del campus universitario para llega a la (única) alfombra de meta. Ahí es donde llego en algo más de 1 hora y 23 minutos, según lo previsto y contento, pero la alfombra no se entera.

Y esta es la razón por la que he acabado contando esta mi enésima participación en un media: mi malestar por ser (inicialmente) ignorado. Después de contactar con la organización (a través de su blog) y de la empresa de medición (Comunabike) el resultado apuntaba a que no iba a figurar en la clasificación. Como siempre, me parece normal que haya problemas y se cometan errores: se aprende de ellos y se intenta que no se vuelvan a dar. Lo que no está nada bien es que se publique una nota indicando que ya está todo resuelto y tú no tengas ningún tipo de respuesta.

Tengo muy claro que es un problema de tratamiento de datos. Hay un cruce de nombres y clubes la mar de curioso y que no voy a contar ¿para qué? Desde luego no me han dado el chip de otra persona. Al final, ha quedado resuelto (aunque yo estoy sin club y el otro Manuel está en mi club 8-).

Después de todo, lo importante es que creo que mi preparación para el Maratón de Valencia va bien.

domingo, 13 de julio de 2014

Ironman Finisher

13 de julio de 2014. 5:15. He dormido razonablemente bien. Me he despertado varias veces, pero he vuelto a dormirme fácilmente. Creo que no estoy nervioso, solo preocupado. Lo que toca es vestirme, preparar la bebida isotónica, el par de sandwiches y desayunar. A las 6:00 estoy en el autobús que nos lleva desde Vitoria hasta Landa. No está lleno, así que me desparramo ocupando dos asientos y me pongo a buscar razones. Razones para no ponerme nervioso a medida que se acerque la hora de tirarse al agua y razones para seguir adelante cuando la cabeza o el cuerpo empiecen a quejarse, espero que dentro de muchas horas. Y encuentro muchas, y muy buenas.Y llego a la conclusión de que el mayor mérito que puedo tener si llego a meta es el de saber estar tan bien rodeado.

Salida de los Iron
6:30. Llegamos a Landa. Enseguida me encuentro con José. Nos quedan dos horas de espera, ultimar detalles, pasar por el baño, contar flipatletas, tocar el agua (quizá a unos 20 grados)... llegan nuestras familias, y más tarde Andrés. Empezamos a enfundarnos en nuestros neoprenos debidamente desinfectados contra el mejillón cebra y entre unas y otras se me pasa el tiempo rápido. Nos vamos a boxes y empiezan a llamarnos: élite, mujeres, half... y por fin los iron. Dicen que vamos con retraso, pero no me importa mucho, estoy como en otra guerra. De hecho, suena la bocina y ni siquiera tengo puestas las gafas.

3.800 metros: 50%
8:25, más o menos. Swim to survive. Entramos al agua centenares de triatletas con gorro rojo. Afortunadamente la salida es amplia y creo que la gente va con menos ansia que en pruebas más cortas. Me caen un par de leñazos, pero no aprecio conducta dolosa 8-). Además, he puesto la cabeza en modo "no pienses, no te quejes de nada, solo preocúpate de respirar". Empiezan esos síntomas de asfixia que siempre tengo a los pocos minutos, pero ya lo he entrenado en la cabeza. Y como esperaba, a los 600/800 metros empiezo a sentirme cómodo: sé que lo peor ha pasado. Me relajo. Empiezan a caer boyas (hay 7 en cada vuelta), me pongo a pies a ratos, noto que también a mi me siguen de vez en cuando. De hecho en la recta de vuelta del primer 1.900 paso gorros half: luego no voy mal del todo. Inicio la segunda vuelta con la mitad de preocupación que la primera porque ya tengo un 25% del IM en mi bolsillo. En la segunda vuelta todo es más fácil. El tiempo, el previsto: salgo en un "espectacular" puesto 607. Feliz. Ya tengo el 50% de esta barbaridad en mi bolsillo. Como me había dicho Rober, casi ni me he enterado. Primera gran sonrisa del día de la sonrisa.

Dejando T1: a por esos 180 km.
Ninguna complicación en la T1. Está todo muy bien organizado. Y son muchos días pensando en los detalles para que algo salga mal. Vamos allá. Ride to enjoy. En la primera vuelta todo es comodidad. Como me temía, el recorrido está lleno de toboganes, y hay tramos con el suelo mejorable. Pienso: seguro que José dirá que el recorrido es un poco "pestoso", con razón. Y es que no hay grandes subidas ni bajadas, pero poco llano (curiosamente la zona se conoce como la llanada alavesa). Voy vigilando la media, para no alegrarme más de la cuenta y llego al primer encuentro previsto con mi dream team con más de 32 km/h. Al poco adelanto y animo a José González de la Aleja (ex-complutum). Sigo muy fresco, acordándome de todos los consejos de los IM del club: come, bebe... y yo como, bebo... el estómago responde bien y cuando me quiero dar cuenta estoy en el kilómetro 107. Último encuentro con la familia antes de la T2. Besitos y más sonrisas.

107 km.
Todo va bien, sigo algo por encima de 32 km/h. pero hacia el 120 me doy un buen susto: paso por encima de algo metálico y algo negro y un chirrido como de afiladora me hace pensar que se ha rajado la cubierta. En décimas le digo adios al Ironman, y en décimas compruebo que la rueda sigue inflada. Freno, paro, veo una especie de lámina allí atrás y un pegote de cinta aislante negra entre la horquilla y la rueda, que es lo que causa el ruido de afiladora. Buf, el drama ha durado poco... Y ya que estoy parado, a regar la llanada alavesa.

A partir de ahí, empiezo a notar el cansancio. Hace algo de calor y me bajo los manguitos. También hace más viento, como estaba previsto, pero afortunadamente casi siempre sopla de lado. Estamos teniendo suerte, pero es evidente que estoy fuerte. Tanto entrenamiento ha servido para tener estos momentos de fortaleza. Se suceden en mi cabeza las galopadas de Rober, Polo y Nico en las que nos sacan los ojos a los humanos, a ritmos "universales" de 35 km/h, las salidas con lluvia, aquel día épico que subimos la Vega más de 40 km. contra el viento, los descensos glaciales hasta Aranzueque, cuando crees que se ha roto el cambio porque los dedos no pueden ni moverlo, la hermosa subida a Morga... en algún sitio tenía que estar todo eso. Pero queda mucho y sigo pendiente de los consejos de Carlos y mantengo la calma. Precisamente el día antes me recomendaba Ángel que comiera todo lo que puediera hacia el 140. Y como soy buen alumno, me zampo un sandwich y un plátano.

Hacia el 160, veo una comadreja y le grito "aparta, bicho": solo me faltaba ser descalificado por delito ecológico. Se nota que voy a menos, pero me conservo bien para mi edad. Sigo pasando gente y entro en Vitoria sin prisas, hasta me descalzo. El ritmo ha caído a 31 km/h. y pico, pero sigo cumpliendo la previsión optimista: más sonrisas.

Entrada a T2: 90%
15:35 o así. T2. Espectacular la organización una vez más: una cadena de voluntarios se encarga de las bicis. Empiezo a trotar descalzo, me duele la planta de los pies; no recuerdo ni mi dorsal, pero acabo encontrando la bolsa, agarro una silla, me calzo y salgo zumbando. Debería estar machacado ¿no? Pues no, me siento bien, muy bien, demasiado bien, no me puedo creer que me sienta así después de lo que llevo (de lo que llevamos) encima. Estas sensaciones son las que me hacen cometer el único error serio de toda la prueba: ir más deprisa de lo racional.

En 25 kilómetros no dejo de adelantar gente. Suena a chulería, pero solo pienso en una frase: Run like a pro. Raquel me pregunta que cómo voy: muy bien, respondo; pero casi me gustaría responderle lo que me dijo Rober en la media de Alcalá: "ahora mismo aceleraba". Bebo y vuelvo a beber, como los peces en el río. La sandía me sabe a gloria. Veo a José y le alcanzo. Le pregunto (con dudas, pero con total ingenuidad) si me saca una vuelta y no sé qué me responde, pero me manda al carajo y luego me pide que tire para adelante. En realidad, su ritmo es mucho más inteligente porque va al ritmo correcto para aguantar hasta el final y el mío no. Pero de eso no me doy cuenta hasta que empiezo la tercera vuelta.

Maratón: 2ª vuelta de cuatro
A partir del km. 25, las piernas empiezan a fallar. No es un muro en el sentido del maratón, es una cuesta arriba cada vez más empinada. Me hacía ilusión bajar claramente de 3 horas y media, pero ya no lo veo. Hacia el km. 33 entro en el WC móvil. Después de una eternidad (¿pero cuánto líquido cabe en la vejiga?) intento correr, pero tengo que andar. Además, el estómago ya ha dejado de colaborar: solo puedo beber agua; sé que si tomo algo distinto voy a acabar vomitando. Ya solo me queda usar las armas secretas, las que preparé de madrugada en el autobús que nos llevaba a Landa.

Empiezo a pensar en mis padres. En esas personas que encarnan mejor que nadie esa frase que tanto me gusta: "Never give up…and smile". Aunque con otras palabras, son muchas las veces que me han dicho: no te preocupes porque ahora solo veas una cuesta arriba, un esfuerzo más y otro más y otro… y habrás llegado. También pienso en mi mujer. Necesitaría varios dígitos para enumerar la cantidad de ocasiones que este año me he encontrado hecho por ella algo que debería haber hecho yo. Cada vez que le he pedido tiempo para entrenar en todos estos meses, no he recibido ni un reproche. Le debo demasiado. Pero aún tengo me queda una buena razón para no parar...

Se trata de una historia que sucedió hace casi cuarenta años. Hace meses mi madre me soltó algo parecido a ¿quién me lo iba a decir a mi cuando tenías 10 años? y me recordó momentos que casi había olvidado. Por aquel entonces, algo se empezó a torcer en mi espalda de niño. Llegó un momento en que me costaba caminar y tenía que sentarme cada poco tiempo. Durante un largo año un médico de La Paz (mediocre, por decirlo suavemente) estuvo tratándome con antibióticos sin ton ni son. Incluso acabé repitiendo curso escolar por tanta ausencia. Afortunadamente, aunque desesperados, mis padres me llevaron al Hospital Infantil de San Rafael. Del primer día solo recuerdo una cosa: un doctor colérico preguntándose cómo se podía hace aquello con un niño y diciéndole a mi madre que no se preocupara porque me iba a curar. Fueron varios años durmiendo en lechos de escayola y haciendo rehabilitación, pero lo consiguió. Jamás olvidaré el nombre de aquel buen traumatólogo: Pablo Arroquia.

Una hora antes no me reía tanto...
Con todas estas buenas razones, ya solo tengo un deseo: no parar. Cada vez voy más despacio, pero cada rato que pasa, más es la gente que camina. José no, José no para y le veo acercarse: qué carrerón está haciendo. El km. 8 de cada vuelta es mi preferido por su avituallamiento y la piscinita de agua para refrescarse. A partir de ahí (km 39 y pico) la agonía se transforma en emoción porque empiezo a ver el cielo. La animación crece, ahora sí que no voy a parar. Aprieto, o me lo parece. Mi hija no puede entrar conmigo (reglas de la Federación, según parece: seguramente muy meditada, pero nadie entiende que no nos dejen compartir ese momento con tus hijos), pero da igual: se lleva mi última sonrisa, unos metros antes de convertirme, por fin, en finisher.

Me siento muy feliz de haberlo conseguido. He tenido suerte, pero también el mérito, como decía al principio, de rodearme de grandes personas: Gracias, don Pablo, por devolver la tranquilidad a mis padres y la normalidad a este crío. Gracias, cariño, porque los dos somos finisher (y lo sabes... 8-). Gracias, papá y mamá, por enseñarme a ser como soy. A mis complutums, por toda su ayuda, consejos y ánimos. Y a mis familiares, amigos y compañeros, por su infinita paciencia conmigo.

Ah, el tiempo, sí: más que nunca es lo de menos. Como dijo una vez Siro, no me siento mejor que nadie, pero sí añadiré algo: estoy orgulloso de ser Ironman Finisher y encantado de poder compartirlo.

domingo, 22 de junio de 2014

Astromad 2014

Quiso la casualidad de que el Astromad 2014 se celebrara a falta de tres semanas para enfrentarme al objetivo del año (deportivamente hablando, podría decir que de mi vida). Así que, después de perder interés por el Ecotrimad este año, una prueba a tres semanas parecía la mejor forma posible de medir tus fuerzas y, saliendo bien, coger confianza. Otro aliciente es que no iba a ir solo, sino acompañado de diez compañeros en la prueba y unos cuantos más animando durante toda la prueba (cómo se agradece).

Mi planteamiento desde la salida era conseguir sensaciones positivas, ir relativamente sobrado todo el tiempo, no darlo todo, para terminar con la confianza de que podría seguir. No sé si es el planteamiento más acertado, pero eso hice. No salí plenamente contento, pero después de casi una semana molido por una infección respiratoria, creo que voy disfrutar en Vitoria y espero no tener mayores problemas en convertirme en finisher. Que te lo diga todo el mundo es bonito, pero uno tiene que creérselo.

La natación mal, como siempre. Es más, volví a tener esa desagradable sensación de angustia durante los primeros centenares de metros. Contribuyó a ello que no nos dejaran calentar. No me había pasado en Elche, pero allí pudimos calentar. Lo positivo es que bracee unos metros y la cabeza venció a la cabeza. Y también es positivo el hecho de que saliera en una posición relativa mucho más avanzada que en Elche. Después del clinic, hay elementos de la brazada y la patada que me gustaría mejorar, pero ya es tarde. Lo dejo para el año que viene.

La bicicleta daba un poco de miedo a priori, por aquello de que había un tramo de carril bici. Pronto vimos que tampoco era tan grave. La cosa me salió bien. Salí escopetado (error) y en cada vuelta fui perdiendo algo de fuelle (en parte porque decidí relajar un poco: acierto). Pero el caso es que llegué bastante entero a la carrera a pie. Una media de más de 34 km/h. siempre es gratificante, pero lo mejor es bajarte de la bici con ganas de correr. Como dice Carlos, empiezas a sentir confianza en terminar el IM cuando haces 90 km (80 en realidad) y no te parece nada del otro mundo.

Lo único malo eran las molestias en las lumbares de ir acoplado la mayor parte del tiempo. Ya veremos qué dice la espalda cuando la distancia sea el doble.

Y la carrera a pie, pues muy positiva. Qué narices: genial. Mantuve un buen ritmo (aproximadamente 4:20) y constante. Afortunadamente Guille me había sacado tanta distancia que no tenía "necesidad" de apretar para cogerle porque no le iba a coger. Y a Juanjo ni en sueños. Llegue con ganas de beberme un barril de algo, pero lo positivo es que hubiera podido seguir a ese ritmo unos cuantos kilómetros más. Lo que buscaba, vaya.

Si nos vamos a las cifras, chapó. Natación del montón, pero no atrás del todo, bicicleta de la mitad para adelante y carrera a pie... entre los veinte primeros. La posición relativa, algo mejor que la de Elche. Y respecto a las diferentes clasificaciones, nada que hacer en mi categoría de veterano 1, pero con un año más hubiera quedado cuarto, a 40 segundos del tercero. Y en mi grupo de edad, donde he sido quinto, al año que viene sería segundo. Me gusta la perspectiva...

domingo, 11 de mayo de 2014

VIII Media Maratón de Azuqueca

Hay días que pintan bien y terminan mal... y viceversa. Hoy ha sido de los de viceversa. Llevaba tres días con mucha carga de entrenamiento. Ayer sábado, de hecho, hicimos 155 kilómetros y a una media de 30 km/h. Y hoy tocaba media maratón (Azuqueca de Henares), pero como 21 km. son poco, había decidido precederlos de unas cuantas de decenas de kilómetros de bicicleta. Ya lo habíamos hecho en la media de Alcalá de Henares en marzo, pero como mi poder de convocatoria es nulo, a las 8:00 de la mañana empezaba a pedalear yo solo Patata arriba Patata abajo.

Con Vicente y Hernando
Después de 47 km. de rodaje suave (28 km/h.) hago la T2 en el coche y me voy a por el dorsal, que ha recogido mi cuñado. Hete aquí que me lo encuentro acompañado de Hernando, que lesionado y todo comienza con su preparación de tres semanas (sí, semanas, no meses) para el maratón de Estocolmo. Nos falta un par de tornillos, eso seguro. Más tarde comprobaré que también Pablo Jiménez ha podido conseguir dorsal y está en carrera. Como era de esperar, muchas caras conocidas, sobre todo del Alcalá Maratón. Charlo un ratito con Javi, el hermano de Rober.

Antes de salir, me doy cuenta de que los cuádriceps están bastante cargados (qué extraño 8-), pero tengo buenas sensaciones, así que saldré con calma y a ver qué dicen las piernas. Afortunadamente está un poco nublado, así que aunque hace calor y la temperatura va a seguir subiendo, no parece que vaya a ser un calor serio. Tengo previsto encontrar a mi hermana y soltarle el móvil y las llaves del coche en breve, así que los llevo en la mano. Error. También llevo los dos geles de rigor.

Salida y meta se encuentran en la pista de atletismo del polideportivo San Miguel. Me dicen que no hay ropero y me cuesta creerlo, pero debe ser verdad. Tras un minuto de silencio por los niños de Monterrubio de la Serena y por Yago Lamela, se da la salida. La primera vuelta incluye una vueltecita a la pista de atletismo. El recorrido se desarrolla por calles amplias, de forma que se va y se vuelve por las mismas calles, lo que hace que constantemente te cruces con el resto de corredores, tengas referencias y, sobre todo, muchos ánimos. Avituallamiento no falta: dos en cada vuelta, seis en total. Apenas hay pendientes, son mínimas, lo que permite un ritmo muy constante. Eso sí, del móvil y las llaves no me libro, porque mi hermana no aparece ¿Pero dónde está esta mujer?

Paso los 10 km. en 40 minutos clavados. Somos pocos, ni 300 creo, así que las posiciones se mantienen muy estables, estirándose poquito a poco la carrera. Tampoco hay mucha animación, como era de esperar, pero no la echo en falta. Primero porque a 4 min/km. voy relativamente cómodo: me pesan un poco las piernas, pero no es exagerado. Pero lo mejor son los ánimos constantes de los compañeros, en particular Hernando y Javi, pero también de Miguel Ángel Izquierdo (SR2) y algunos conocidos del Alcalá Maratón. Siempre una sonrisa y unas palabras de ánimo. Y por fin, acabando la segunda vuelta, aparece mi hermana... jolines, ya era hora. Le suelto el móvil y las llaves; también está la familia de mi cuñado dando gritos de ánimo, así que marcho contento a por la tercera vuelta, a doblar gente, a tomarme el segundo gel y a intentar no bajar el ritmo durante los 7 km. finales.

Y lo consigo, porque el ritmo final es 4:02, solo unos segundos más que en la media de Alcalá. Y allí Rober y Vicente tiraban de mi, aquí no tiraba nadie. He ido prácticamente solo durante 21 km. y con más calor, y quizá más cansancio acumulado. Recordando tiempos pasados, me acerco a ver cuánto me he acercado al podio: no está mal, sexto de mi categoría; pero es lo de menos, todo suma y con días así uno gana confianza para el día D.

sábado, 26 de abril de 2014

X Medio Ironman de Elche

Cada vez queda menos tiempo para el Ironman de Vitoria. Cada vez tengo más dudas. Mi mayor consuelo es pensar que el 13 de julio, a medida que pasen las horas, estaré cada vez más cansado y, sin embargo, estaré cada vez más convencido de que voy a llegar. A un escala más humana, exactamente la mitad matemáticamente hablando, eso lo que me ha sentido este fin de semana en el triatlón de Elche. De forma resumida: mal la natación, mucho mejor la bicicleta y feliz en la carrera a pie. Lo de siempre, vaya. Pero un poquito mejor...

Pudimos recoger dorsal y dejar la bici en boxes el viernes, así que la mañana empezó tranquila. Pude dormir un ratito más y, como ya conocíamos el sitio, acercarnos con calma, no como el año anterior. Eso no sirvió para que cometiera dos errores. El primero, no echarme protector solar (el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra las veces que haga falta). El segundo, no verificar (y funcionaba el día antes, seguro), que no tenía ni medidor de cadencia ni de velocidad ni nada (los tenía, pero como si no los tuviera). Tampoco lleva reloj. Fui a ciegas toda la carrera.

Con menos nervios de los esperados, seguramente gracias a la compañía de Carlos, y bastantes minutos de retraso nos metemos al agua. Han cambiado el recorrido, lo cual no me importa, pero el viento levanta olas, y eso me hace menos gracia. Durante la mayor parte del recorrido no tengo la sensación de desviarme demasiado y voy rodeado de gente todo el tiempo. Me anima incluso ver que alcanzamos gorros amarillos del grupo de edad que ha salido antes. Por cierto, la idea de dar gorros amarillos cuando las boyas son amarillas no es brillante. De verdad: confunden. En el tramo central me limito a seguir a la masa porque solo sé que tengo que ir hacia África, no veo otra referencia. Al girar en la tercera boya la cosa cambia: tienes el arco de llegada como referencia. Eso sí, las olas son un asco y al menos trago agua cuatro veces. Aún así, salgo tranquilo, pensando que lo he hecho bien. Aunque el que lo ha hecho bien es Rober, que no ha necesitado ni subirse a la bici para pasarme.

La T1 es larguísima, qué se le va a hacer. Al menos se hace corriendo. No sé cómo, pero consigo tirar la bici de al lado (la recojo, por supuesto). Paso el banderín y me alejo bastante para subirme cómodamente porque el apelotonamiento de triatletas es considerable. Empezamos a subir y a los pocos metros empieza el viento a fastidiar. Y no va a dejar de fastidiar en toda la carrera. Por supuesto, me pasan más que paso, pero noto que voy bien. No sé a qué velocidad ni en qué kilómetro estoy, pero voy bien. Es la primera vez que se me hace patente que ir acoplado es una ventaja enorme a la hora de luchar contra el viento. También es la primera vez que, en alguna bajada y en el tramo de viento a favor, casi se me acaban los piñones. Además, esta vez no vuelvo a cometer el error: como, bebo, como, bebo...

La subida a Alenda supongo que es una broma. A mi me parece que no es ni la mitad del Gurugú. La dificultad está en pelear contra el viento. La sensaciones son tremendamente positivas: no sé si voy deprisa o no, pero no llego al final de los tramos contra el viento fundido. Tampoco me duelen las lumbares, como el año pasado. A lo mejor voy más despacio este año. Pero después comprobaré que no: estoy justo en la mitad de los corredores. La media, de hecho, es 31,5 km/h. Que el año pasado no debió llegar a 29 km/h. Pero lo mejor de todo es que no termino pidiendo la hora, que la distancia de 90 km. ya no me parece un mundo. Justo antes de empezar la bajada a la playa, me encuentro a mi pequeña animando... subidón.

Tras una T2 del montón, empiezón el runrún de la carrera a pie. Las dos primeras vueltas son iguales y tienen las malditas escaleras y los no menos malditos tramos de playa. En la primera vuelta me limito a dejarme llevar. Al comienzo de la segunda me tomo el primer gel y empiezo a sentirme mejor. Me doy cuenta de que no estoy yendo al ritmo que podría ir. Me he puesto en modo drafting porque es muy cómodo. Paso mucho triatleta, pero porque se van viniendo abajo. Es al final de la segundas escaleras cuando me tomo el segundo y pongo la cabeza en modo "a por": si el de delante es PEPE, me digo "A por Pepe"; si es JORDI, me repito "A por Jordi"; y así, seis kilómetros de sprint. Es el gel con mejor relación ritmo/precio que me tomado en mi vida. En la recta final no me cuesta nada superar a unos cuantos. Y allí está Ximo para darte el mítico abrazo.

Después vendría un agradable rato esperando a los compañeros del club que quedaban por llegar. A lo que seguiría otro buen rato más recuperando fuerzas a base de paella, bebida y plátanos, a la espera de poder finalmente celebrar el (una vez más) formidable primer puesto de Rober en el grupo de edad de 40-44. 

El resumen es que este año lo he hecho mejor: posición relativa del 45% en 2013 y 27% en 2014. Seguramente, si hubiera corrido con más cabeza tras la primera vuelta, el resultado hubiera sido mejor. Me quedo, no obstante, con un detalle banal, pero muy grato para mi: haber conseguido ser tercero del club (vale: gracias a las circunstancias de una prueba tan dura, que esta vez me sonrieron a mi) y poner mi nombre en la clasificación por equipos a lado del de Rober y Polo nada menos. Y también con una pequeña ilusión: repitiendo tiempo al año que viene, sería cuarto de mi grupo de edad, muy cerquita del tercero, muy cerquita del podio...

domingo, 16 de marzo de 2014

Cicloturista Bilbao-Bilbao

Uno de mis objetivos al comienzo de esta temporada era hacer una prueba de solo ciclismo y una prueba de solo natación. El primero de dichos objetivos lo cumplí el pasado 16 de marzo participando en la cicloturista Bilbao-Bilbao. El siguiente espero cumplirlo más adelante.

Carlos, yo y Marcos
La experiencia ha valido la pena. Según me han dicho, otras pruebas cicloturistas son mucho más competitivas. En esta, sin embargo, vas acompañado en todo momento de corredores de todo nivel, región y condición, de todas las edades, con todo tipo de bicicletas. Es, sin duda, una prueba auténticamente popular. Y para empezar es mucho más recomendable.

Por supuesto, ello no quiere decir que sea un paseo. Al fin y al cabo son 117 kilómetros con sus puertos, que no son asequibles para cualquiera, pero sí lo son para gente razonablemente asidua a la bicicleta, con ganas de esforzarse un poco y pasar una buena mañana. Allí que nos fuimos, Carlos, Marcos y servidor.

Las salidas son escalonadas y decidimos salir en la primera. Salgo de casa de mis cuñados y mi sobrino desde Santutxu. El Bilbao que me encuentro es precioso: limpio, moderno, encantador... hay demasiado borrachuzo suelto, pero esto es España y es domingo.

No tomamos la salida propiamente oficial para evitar posibles accidentes: guiados por los amigos de Marcos nos incorporamos a la riada de ciclistas un poco más adelante, haciendo en sentido inverso el recorrido de la carrera Las Arenas-Bilbao que tantas veces he hecho en sentido contrario. Vamos juntos aproximadamente los primeros 15 kilómetros. Luego dejamos de vernos. Probablemente yo he entrenado más que mis compañeros y pronto las piernas me piden ir más ligero.

Subida a Morga
La prueba consta de varias subidas, de las cuales la última es la más fuerte: la subida al Morga, hacia el kilómetro 90. Pero es cómoda hasta la mitad de la carrera, porque el ritmo va controlado (creo que se dice carrera neutralizada, o algo así). No tiene mucho sentido ir más deprisa para apelotonarse ahí delante. Además, hace un día precioso, rodeado de paisajes verdes, como no podía ser de otra forma.

Casi sin notarlo llegamos al Parque Tecnológico de Zamudio, donde nos aprovisonamos de una deliciosa barrita de Huesitos, agua, refrescos y algunas galletas (yo hubiera preferido algo más de la tierra, pero en fin). Lo que sí sucede es que, a partir de aquí se abre la veda y ya vale cualquier ritmo. Como no hay nada que ganar ni perder, no me preocupo demasiado (nada, realmente) del ritmo, y voy cómodo, sin prisa, pero sin pausa.

Cuando empezamos a subir el Morga, me siento tan fuerte que sigo un buen rato con el plato grande. Al fin y al cabo he ido reservándome casi sin pretenderlo. No dejo de pasar corredores sin hacer nada especial. El descanso de los últimos días está jugando a mi favor. Incluso llamo a mi mujer para avisarle de que llego bastante antes de lo previsto. En lo alto del puerto, mucha gente animando. El día sigue siendo precioso. Bajo alegre, pero como de costumbre, me pasan unos cuantos corredores y yo no paso nadie. Incluso un salvaje me hace un "interior". En fin...

Terminada la bajada propiamente dicha, llega la galopada hasta Bilbao. Me pego a una grupeta que va por encima de 35 km/h. Empiezo a reconocer muchos de los lugares por los que entrábamos a Bilbao hace años y me entra un alegría especial cuando paso por el Parque de Txurdinaga. Con los cientos de kilómetros que habré hecho en él, nunca lo había visto desde una bicicleta.

Subimos a Begoña, ya todo mes es familiar, giramos y enfilamos hacia la llegada, donde a pesar de no jugarte nada no queda más remedio que entrar a saco. Allí está mi familia, en un día espléndido, en un ciudad preciosa y con una sensaciones inmejorables.

Así que solo quedan ganas de repetir.

lunes, 24 de febrero de 2014

Maratón de Sevilla

No hay duda de que Sevilla me trata bien. Me fue muy bien en el año 2000 y me ha ido muy bien en 2014. Pero han transcurrido 14 años y lógicamente han cambiado muchas cosas. Voy a hacer un repaso muy personal, basado en los recuerdos que guardo de aquel maratón que corrí un 28 de febrero de 2000 y las impresiones del que corrí ayer mismo.

Cartel del año 2000
La organización ha mejorado notablemente. La verdad es que, aunque vayamos detrás de otros países más modernos en casi todo (estoy pensando en la NYCM), es mejor ir detrás que no ir. La recogida de dorsales, la información al corredor, los cajones de salida, los avituallamientos, la señalización en carrera, etc. Todo está a la altura de los 9000 usuarios (sí, usuarios, pagamos para recibir algo a cambio, no somos colegas ni amiguetes). No quiero decir que en 2000 todo era peor (cuando llegué, muerto, recuerdo con agradecimiento que los voluntarios se lanzaron a ofrecerme ayuda), pero cuando triplicas o cuadruplicas el número de participantes tienes que cambiar cosas. Y creo que lo han hecho. No me gusta el avituallamiento en vasos, pero es más ecológico, eso es cierto. También creo que deberían ofrecer avituallamiento sólido, pero siempre me lo he llevado de casa; o sea, que sin problemas.

Más triste me parece la decadencia del Estadio Olímpico. En 2000 el suelo de la pista era un lujazo: no hacía demasiado que se había celebrado un campeonato mundial de atletismo. De aquella pista inolvidable solo queda un suelo cochambroso y triste, con más calvas que cubierta, que da pena mirar. Eso sí, los campos de fútbol los mimamos, pero los de atletismo se mueren y desaparecen. En 2000 me pude duchar en las mismas duchas de la élite, en unas instalaciones de lujo. Ahora te toca ducharte en el hotel o en casa.

La animación es de lo que más ha mejorado. Ya en la salida hemos aprendido la importancia de calentar el ambiente con música. Salir con el Highway To Hell es fácil y no tiene precio (la SGAE no estará de acuerdo, claro). Por eso nos han enseñado (supongo que los americanos) la importancia de añadir animación durante la carrera. No puedo evitar comparar con la maratón de NY, pero seré agradecido: los grupos que amenizaban la carrera lo hacían razonablemente bien. Me gustó especialmente el coro de chavalas interpretando AC/DC con acento andaluz. 

Con la capa de Supermán
Lógicamente, con el triple o cuádruple de corredores, se multiplica aún más la animación de gente en carrera y en el Estadio. La soledad inmensa en la Isla de la Cartuja el año 2000 es difícil de olvidar: en el desierto se debe pasar parecido. Pero ya no es así. Hay zonas más animadas que otras, pero hay homogeneidad y siempre hay alguien que te recuerda que no te has salido del recorrido (me resulta inevitable comparar con el maratón de NY, pero es que es de otro planeta).

Y respecto al resultado personal, si inolvidable es el del año 2000 por conseguir la que era y será siempre mi marca personal, el de ayer me produjo una satisfacción inmensa. Lo considero un logro personal. Son casi 12 minutos de diferencia más lento (2h45 y 2h57), pero también son 14 años los que han pasado (no llega a un minuto por año 8-). En ambos casos he entrenado menos de lo razonable. En el año 2000 apenas encontraba tiempo para entrenar, así que me planté en Sevilla sin llegar a los 80 km. semanales en la semana de mayor carga. Ahora dedico más tiempo a entrenar, pero sobre todo la natación y la bicicleta, así que no he llegado ni a 60 km. Es por eso que tengo más agujetas de las habituales, que hacía tiempo que no bajaba escaleras como Chiquito de la Calzada.

Ritmo de Carrera en el Maratón de Sevilla de 2000
Pero la mayor diferencia que encuentro entre ambas carreras es el ritmo: en 2000 el agotamiento era progresivo, cada vez más lento: pasé la media maratón en 1:19 y el ritmo fue cayendo poco a poco hasta acumular 6 minutos más; ayer empecé algo rápido, pero me mantuve en un ritmo de 4:10 (8:20, recomiendo medir cada dos km.) casi toda la carrera para terminar cayendo a 4:20 en los últimos kilómetros, solo un par de minutos más en la segunda media. Curioso. Y gratificante.

Una última comparación entre aquella maratón y la de ayer: cuando llegué en 2000 no me tenía en pie, lo había dado todo, tardé horas en normalizarme. El premio fue la marca de mi vida. Ayer no salí con esa idea, pero también acabé dándolo todo, de verdad que las piernas me pesaban lo indecible desde el km. 38, pero había corrido con una sonrisa de principio a fin y no sé si después de 11 maratones he terminado alguna tan entero y satisfecho. Quizá el Galarleiz...

viernes, 14 de febrero de 2014

Sin excusas

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, una excusa es el motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisiónNo es exactamente el uso común que le damos los deportistas (aficionados): el motivo o pretexto que se invoca para explicar un resultado deportivo peor que el esperado.

Seamos sinceros: quien más y quien menos tira de excusas. Lo que sí diferencia a unos deportistas de otros es que unos las usan en ocasiones y otros ocasionalmente no las usan. 

He decidido no buscar excusas más, ni siquiera esporádicas.

¿A qué viene esto? Pues es sencillo: cada vez entreno más y cada vez voy más despacio. En todo. Es evidente. Y como no me quiere entrar en la cabeza, me paso el día buscando las causas. Y aburro a todo el mundo. Tanto que ya me he aburrido a mí mismo. Y encima me frustro. Por eso ya no voy a buscar excusas. Decidido.

Esta decisión viene motivada, en buena medida, por el libro que estoy leyendo: "Lo que de verdad importa", de la fundación del mismo nombre. Un compendio de artículos sobre gente ejemplar, con problemas de los de verdad, que nos enseñan que se es más feliz asumiendo tu situación y luchando para mejorarla.

¿A qué viene quejarse porque no bajas de 1:25 en una media maratón cuando hay gente que no tiene el privilegio ni de poder correr? Casi se me cae la cara de vergüenza cuando leí el relato de Albert Espinosa (el de Pulseras rojas) y cuenta que a los 12 años le tuvieron que amputar la pierna a causa del cáncer. Un niño. Sin piernas. Y así uno tras otro ejemplo. Como el de Kyle Maynard, que nació sin brazos y sin piernas, y tiene más actividad que el 90% de la gente que conozco. Y yo fastidiado porque no avanzo en natación tanto como me gustaría...

Muy importante: el libro no te dice que les compadezcas y tampoco te dice que te resignes a nada; al contrario, te recomienda una y otra vez que pelees como ellos, pero sin perder de vista qué es lo que realmente importa: ¿importa de verdad bajar de 1:25 a un tío de 48 años? No, es evidente que no. La lista de cosas que realmente me importa la tengo bastante clara. Ahora solo me falta asimilarlo de verdad.

Ayer hice el test de Serrano de cara a la maratón de Sevilla. El resultado fue el esperado: me puedo olvidar de bajar de las 3 horas. De hecho, la recomendación del test es ir a por las 3 horas y 10 minutos. Y a por ellos voy. No pienso echarle la culpa al trabajo, ni a la edad, ni a las rodillas ni a nada ni a nadie. Lo importante es que sigo corriendo (y ahora recuerdo que hace años ponía en duda poder volver a correr maratones) y que voy a hacerlo rodeado de mi familia y de varios compañeros y amigos.

Ah, y por supuesto, si está en mis piernas, no me conformaré con 3 horas y 10 minutos. Pero sea cual sea el resultado, no buscaré excusas.

domingo, 26 de enero de 2014

Media Maratón de Getafe 2014

Preciosa mañana para correr y batir marcas la de hoy. Además de los cinco compañeros del club, un montón de conocidos: del Alcalá Maratón, de los de las 8:30, de Maratid, un antiguo vecino de cuando era joven, incluso algún compañero (inesperado) del trabajo. Claro que, tampoco es raro cuando corren cuatro mil quinientas almas. En la foto, de derecha a izquierda, Julio, Dani, José, Borja y servidor.

Complutum Triatlón (con Dani Molina) en la media de Getafe 2014
No me ha gustado nada esta carrera, pero tampoco esperaba que me gustara, así que no tengo nada que objetar. El precio sigue siendo correcto, para lo que cobran por ahí. Y todo está razonablemente bien organizado. Me ha gustado la bolsa: comida, bebida y una camisetita de recuerdo. Vamos, que nada que objetar a la carrera misma, solo que no soporto las carreras tan masificadas.

Como no iba con grandes pretensiones, me he situado mal y no he podido correr cómodo hasta el kilómetro 14: sí, el kilómetro 14, cuando quedaban 7 para llegar ¿culpa mía? seguramente. Pero tengo la impresión de que estar mucho más adelante hubiera sido parecido. Demasiada gente corriendo y punto. Y muy poca animando (esto es typical spanish), y del recorrido qué decir... feo, feo.

Lo mejor del día de hoy ha sido darme cuenta de que o meto algo más de fondo en los entrenamientos o en la maratón de Sevilla me va a entrar la risa hacia el km. 28. Pensaba ir a 4:00 y finalmente he ido a 4:05, pero no me he dejado casi nada. Tampoco me preocupa mucho el tiempo que vaya a hacer en Sevilla, pero lo que no quiero es reptar los últimos 10 kilómetros. Así que, a aplicarse.

Como anécdota, haré mención al imbécil que en el kilómetro 14 coge su botellita de agua y, yendo por el lado izquierdo del pelotón, solo se le ocurre arrojarla al lado derecho, cruzando la botella por delante de las narices de varios corredores, entre los que me encontraba. El día que pidan un IQ de 70, más de uno no corre.


lunes, 13 de enero de 2014

Empezamos 2014 en serio

Llevo ya bastante tiempo sin contar nada: siempre encuentro excusas. Me había propuesto empezar la nueva temporada con seriedad a partir del 1 de enero, pero es difícil encontrar peor fecha. Por fin, creo que esta última semana sí se puede considerar la primera semana seria de este año, deportivamente hablando. Y no tanto porque me haya esforzado en entrenar lo que he podido (como siempre), sino porque ya tengo la temporada razonablemente planificada. Y también por otro hecho anecdótico que me lo confirma: ya tengo mi tabla de todos lo años lista para dejar registro de los entrenamientos y resultados. Es raro que no cambie el formato año tras año, más desde que empecé con el triatlón, y este año no es diferente.

4/01/2014: II Trail El Empecinado
Como en realidad llevamos ya más de dos meses entrenando, compruebo que sigo haciendo todo lo que dice el manual del mal triatleta: comprarme chismes que me ayuden a mejorar lo inmejorable, descansar poco, no hacerme una prueba de esfuerzo, no estirar bien, no hacerme un estudio biomecánico, no fortalecer bien la espalda... exagero un poco y desde aquí hago propósito de enmienda.

Lo que sí son diferentes son los objetivos. Hace años, entre lesiones, visitas a especialistas oposición y entrenamientos sin ton ni son, llegué a pensar que no quizá no volvería a correr un maratón. Y ahora resulta que empiezo 2014 con la expectativa de terminar un Ironman y dos maratones más (además del de postre que tiene el IM). Tal he vez he perdido el seso (el seso, sin equis), pero casi lo veo racional. Cada vez voy más despacio, cada vez me importa menos la duración de una prueba, cada vez soy más diesel, en resumen; por eso, cada vez me asusta menos la duración de una prueba (natación aparte, claro).

Sin contar lo corrido desde el 1 de enero hasta hoy, la Subida al Ecce Homo y el II Trail El Empecinado, este es el calendario de 2014, que espero que sufra pocas variaciones, probablemente en el sentido de añadirle una travesía a nado. Ahí va:
  • enero: media maratón de Getafe. Algo habrá que correr antes del próximo reto, hace lo suyo que no corro una media.
  • febrero: maratón de Sevilla. Mi cuñado se lesionó y había que aprovechar el dorsal y justificar un viajecito familiar a Sevilla.
  • marzo: duatlón de Alcobendas. Va el club, voy yo.
  • marzo: marcha cicloturista Bilbao-Bilbao. Me hace ilusión y debe ser muy vistosa.
  • marzo: media maratón de Alcalá de Henares. Es en casa.
  • abril: medio IM de Elche. Empezamos, y directamente nadando en el mar.
  • mayo: medio IM de Bilbao. Intentaré no tragar agua de la ría.
  • junio: Ecotrimad (medio IM). A mejorar lo del año pasado.
  • julio: IM Vitoria. El objetivo, ser finisher.
  • septiembre: medio IM de Guadalajara. O tal vez no...
  • noviembre: maratón de Florencia.

A ver si en 2014 consigo postear algo para cada una de estas pruebas.