domingo, 17 de marzo de 2013

Bego ya es Half Marathon Finisher!

La de hoy ha sido una media maratón y pico en la que he disfrutado mucho más de lo que esperaba. Desde el primer kilómetro he decidido salir a un ritmo razonable, moviéndome en esa fina línea en que vas fuerte, no sobrado, pero vas alegre, no sufriendo. Las razones para haber decidido correr con este ritmo son variadas, pero solo una viene a cuento. Y lo quiero contar.

Cuando era un crío no me gustaba apenas ver deporte, solo practicarlo; después empecé a disfrutar del baloncesto, el ciclismo... pero seguía sin entender de ídolos. Con el paso de los años empecé a entender que lo que me gustaba de los grandes deportistas no eran sus marcas o sus victorias, sino su capacidad de sufrimiento, de esfuerzo y de trabajo para llegar adonde habían llegado. Y con esta filosofía, empezó a quedarme claro que ser el mejor no es privilegio de los mejor dotados.

No voy a negar que me gusta hacer buenas marcas, subir a un podio, que me lo digan y que haya quien se admire, pero en el fondo pienso que, salvo que seas imbécil, el orgullo de verdad solo llega cuando has hecho la mejor marca que estaba a tu alcance; aquel resultado que es el mejor posible en tus circunstancias. Y tus circunstancias son solo tuyas: tu peso, tu altura, tus lesiones, tu mujer, tus hijos, tu familia, tus amigos, tu trabajo, tus hobbies, tus preferencias, tu corazón, tu edad...

Cuento esto porque hoy lo he hecho muy bien: no he hecho 1:20 y pico como de costumbre (ni creo que hubiera podido), ni tampoco 1:21, casi me he ido a 1:23. Pero las circunstancias eran diferentes de las de cualquier otra media maratón. Me he esforzado lo justo para disfrutar de mi ciudad, atravesando semáforos en rojo, devolviendo sonrisas a todos los que me animaban, buscando una papelera para tirar el sobrecito del gel, para poder acercarme a dar la mano a mis padres y a mi hermana... y para entrenar con calidad, al menos hasta el último kilómetro y pico. Solo entonces, cuando he visto a un viejo conocido, he decidido... mmmm... superarle; después, ya llegando, he oido que alguien se acercaba por detrás y ha habido que... mmmm... desilusionarle. Y por si fuera poco, ya lanzado, veo el 1:22:53 a pocos metros y he tenido que apretar aún más por si acaso podía ser 1:22 y mucho mejor que 1:23 y poco.

Ah, sí, las circunstancias...

Pues la especial circunstancia de hoy era que mi mujer corría su primera media maratón. Y aunque no dudaba en absoluto que iba a terminar, quería acompañarla para hacérselo un poquito menos duro. Así que he llegado, me he tomado la bebida que me han dado y me he ido a buscarla en el kilómetro 15. Sus circunstancias son las que son y su ritmo es el que es, pero según mi filosofía su resultado tiene exactamente el mismo valor que el mío y el de la gran mayoría de los participantes. Ella no podía hacerlo mejor y yo he hecho lo que tenía que hacer. Doble orgullo en una sola carrera.

Y estoy seguro de que lo mejor está por llegar. Ya se lo dije cuando acabé mi inolvidable maratón de Nueva York: si volvemos aquí, será para hacerla los dos. Y no me dijo que no...