domingo, 10 de junio de 2018

Valencia 113


El objetivo deportivo de este año tendrá lugar, Dios mediante, el 8 de julio en Frankfurt. Cruzo los dedos. Tras la experiencia del año anterior, en lugar de buscar un medio a tres semanas, decidí participar en el de Valencia, a cuatro semanas. Así que reservamos un hotel cerquita de la zona cero y para ya que nos fuimos el sábado por la mañana con todos los bártulos.

Me había tomado la semana con calma para no poder echarle la culpa al cansancio: para no poder ponerme excusas, vamos. Y según el resultado, mirar al día 8 con unos ojos u otros. Después de comer, descansar un poco del viaje y ver la prueba de relevos de Nottingham, nos vamos a recoger dorsal y dejar la bicicleta. Muy chulo el maillot Viator, por cierto. Allí me encuentro con Rubén Espinosa, que también va a hacer el half. Y como comprobé al día siguiente, con un tiempo formidable (cómo ha mejorado el chaval). Y también me encuentro y charlo un rato con Ramiro Lahera (el presidente de la Federación Madrileña de Triatlón). Resulta que estamos en el mismo G.E., así que "acuerdo" con él en que me ganará en la bici y yo le pasaré corriendo 8-).

Por la noche, cena en la pizzería “Viva Napoli”, muy recomendable. Por cierto, si se va en grupo, pizzas de medio metro y metro entero para compartir. Y babà de postre (dulce napolitano). Muy agradable pasear por Valencia a esas horas y en estas fechas. Tras el paseo nocturno, a ultimar detalles y descansar.

Boxes
Domingo, 5:30, para arriba. Un desayuno suave y a dejarlo todo en boxes. Fauna nocturna abundante por todo el paseo: imagino que para ellos los raros somos nosotros, pero ver a un individuo hecho y derecho dando saltos a las seis de la mañana por una playa gritando que es la reina de los mares, no me parece buena forma de empezar el día, ni de acabarlo. Ya en el box, susto matutino, para variar: la rueda trasera en el suelo. ¿Pinchazo o es que al desinflarla el día antes me dejé el “pitorrito” de cierre abierto”? Decido inflarla, veo que se mantiene, me voy al hotel a por el neopreno y a ver dentro de 20 minutos cómo está. A la vuelta, la rueda parece no haber perdido presión, así que me voy menos preocupado al agua a mover un poco los brazos. Neopreno permitido para todos. Agua fresquita, ma non troppo.

A por la bici
La natación, como todo este triatlón, es a una sola vuelta. Para alguien que empieza lento y acaba rápido es lo mejor que te pueden decir. Me gusta saber que si adelanto a alguien gano una plaza y que si me adelantan la pierdo. En los triatlones habituales no tienes esa información, sobre todo en la carrera a pie. Creo que es la primera vez que hago uno de larga de distancia así. Pierdes animación, cierto, pero yo lo prefiero. El mar está muy tranquilo, afortunadamente. Aunque no disfrute nadando en tropel, ya no lo paso mal en el agua, como me sucedía al principio. Somos los últimos en salir (después vienen los del olímpico), así que buena noticia: todo el que supere, al menos hasta la última boya, donde nos juntamos con los del olímpico, está detrás. Me da la sensación de que estoy nadando “no tan mal como siempre”. Y visto el tiempo final (33:33) y la posición relativa después (en la mitad), lo confirmo.

Entrando a T2
Contento con la transición, supongo. Salgo con las zapatillas caladas y se lía una buena montonera porque la gente se tiene que subir tres metros después de la línea, aunque luego tarde 20 segundos en arrancar. Me alejo como puedo y me subo bien. El problema es calarse las zapatillas por un carril bici flanqueado por bordillos y rodeado de montones de ciclistas (nos mezclamos los del half con los del olímpico), pero sin percances. El recorrido en bici es muy rápido. A la ida el viento molesta y vas subiendo, pero aún estás fuerte. Mi velocidad media hasta el kilómetro 31 es de 30 km/h. Aún siendo un recorrido de subir y bajar, las rampas son cortas. El supuesto puerto pasado Náquera no es tal (conocido como Gran Premio de Náquera...) o yo no me entero ni de que existe. Eso sí, es verdad lo que comentaron en la charla técnica: el paisaje de la sierra Calderona es muy bonito para ser la costa. Cuando me entero de que he llegado arriba es cuando veo que empiezo a bajar, con el aire medio de lado, medio de culo. Y ya no hay mucho que contar: velocidad media, más de 36 km/h. Por cierto, que es el único tramo donde pierdo algunas posiciones (6). Afortunadamente no ha llovido, como esperaba todo el mundo.

Terminando
La T2 la hago bien, creo yo, y a correr. Me siento entero y como a mi edad ya me hago una idea de lo que es un medio maratón llano (¿cuántos habré corrido en mi vida?), desde el primer metro decido controlar el ritmo. A Ramiro le paso en carrera, todo según lo planificado (lo siento, presidente). El recorrido es demasiado “urbano”; la gente no molesta, pero bicis y viandantes compartimos trazado. Aún así, avisados como estábamos en la charla técnica, me parece hasta bien. ¡Ah! otra humorada de la organización: por lo visto, se cronometran cuatro tramos y dan un premio (The Walking Dead) al que porcentualmente más baje el ritmo. Desde el principio tengo claro que es un premio que no me voy a llevar. De hecho, la segunda mitad la hago solo 27 segundos más lenta que la primera 8-) y paso a 72 triatletas. Hora y media para 21,1 kilómetros (bien medidos, por cierto).

Buen tiempo final: 4:34:00. Sin olvidar que solo eran 82 km. de bicicleta, no está mal.  Avituallamiento rápido y para el hotel, donde han tenido el detalle de dejarnos la habitación para poder ducharme. Al bajar, Bego me da la buena noticia: tercero de mi G.E. así que una muesca más en el revólver. Como curiosidad final, aunque sabía que se hacía en algunas partes, nunca había visto el bonito detalle de que los jueces haciendo el pasillo al último en entrar.

Pasillo al último finisher