martes, 16 de abril de 2013

Elche: charlas inmateriales entre materiales

El domingo terminé mi segundo medio IM, el primero de este año. Ha vuelto a ser una experiencia muy especial, como lo fue el primero. No tanto por el resultado como por las sensaciones vividas, como debería ser siempre, pero olvidamos a menudo.

Vayamos al principio: soy ilicitano de nacimiento (complutense de adopción y extremeño de corazón) y desde que me hablaron de este triatlón, tenía claro que quería hacerlo. Vivo permanentemente agotado, así que decidí tomarme una semana de descanso, sin un minuto de entrenamiento desde la noche del miércoles. Así que llego a Elche enterito, rodeado de mi familia y con unas ganas locas de pasarlo bien.

No llevo muchos triatlones, quizá por ello, una vez en Arenales del Sol, desde el primer momento me impresiona ver tanta cabra junta. Con mi bici normalita me siento casi fuera de lugar. También las zapas superguais llaman la atención, pero esas no me asustan lo más mínimo. Me he dejado el chip en el apartamento, así que al día siguiente tendré que arreglar el olvido si no quiero pagar el alquiler. Pasamos la tarde visitando a la familia y, lo antes que puedo, a descansar.

Pero las sensaciones interesantes llegan el domingo, que empezamos, tras un considerable madrugón, vagando por autovías, rotondas, perdidos en la entrada de la terminal de salidas del aeropuerto... llegamos tarde, no he desayunado como me acostumbro, no tengo validado el chip... puf, tranquiiiiiiilo... sin neeeeervios... Por fin llego al box, creo que no voy a tener tiempo de calentar; cada minuto que pasa me doy cuenta de algo que no he preparado, acabo pensando ¿pero por qué no he empezado con un sprint en lugar de meterme en este berenjenal? 

En fin, lo que viene después os lo van a contar esos compañeros de fatigas que a veces adoramos y a veces culpamos de nuestros resultados, como con los amigos, los compañeros de trabajo, los hijos, nuestras mujeres... pero estos sin carne ni hueso.

Y es que tras la comida, volviendo por la A-31, y mientras todos duermen, escucho a las gafas de natación hablando con el neopreno:
GAFAS- Qué rara sabe este agua de mar ¿no? No la había probado nunca. Creo que prefiero el cloro de la piscina.
NEOPRENO- Lo mismo piensa el jefe. Y eso que nació en el Mediterráneo... pero entre que no ve el fondo, que no ve las boyas (el muy torpe mira cuando tiene olas delante), que el agua está fría, que se lleva algún codazo, que ha tragado un par de veces agua... ¡que prefiere la piscina, vaya!
GAFAS- Y eso que ahora ya no entra en modo "pánico". Si le hubieras visto hace un año en Tres Cantos, el pobre...
NEOPRENO-  Yo también tengo algo de culpa.
GAFAS- ¿Por?
NEOPRENO- Porque le he dejado unas rozaduras de primer grado en el cuello. Pero es lo que tú dices: es torpe ¿por qué no se habrá echado vaselina? ¿no fue a clase el día que lo explicaron?
GAFAS- Le he oído decir que no lo ponía en la lista de material "para no olvidar" (culpa de Jesús, vamos 8-). ¿Qué tal la transición? En cuanto ha salido del agua, se ha desecho de mi y del gorro y no me he enterado de nada.
NEOPRENO- Bien, sigue tardando más de la cuenta en desembarazarse de mi, pero ya ha mecanizado bien todo. Le falta calar las zapas, pero está en ello... yo le vi contento. Para no haberlo entrenado...
GAFAS- Será porque empezaba la bici, que le gusta mucho más que el agua, porque de su natación no está precisamente orgulloso, te lo digo yo.

(es verdad)

Más tarde, ya en casa, dejo la Orbea en su sitio, pegadita a la Quintana. Apago la luz y entorno la puerta, pero me quedo escuchando  porque sé que inmediatamente va a empezar otra conversación:
QROO- Cuenta, cuenta... ¿cómo ha ido?
ORBEA- Inolvidable, para lo paquete que es este tío... a 33 por hora de media... y rodeado de tías buenas pasando por todos lados... como tú, guapa. Íbamos a saco, pero veeeeeenga a pasarnos gente. Ahora que nos hemos divertido los dos como nunca hasta ahora.
QROO- ¿90 kilómetros a toda tralla? ¡Qué envidia, y yo aquí encerrada!
ORBEA-  No te preocupes, que me ha dicho que te lleva a Canet haga el viento que haga. Pero que tiene que entrenar más porque desde la mitad del recorrido le dolían las lumbares y la única forma de aliviar el dolor era ponerse de pie. Y como contigo piensa ir acoplado todo el tiempo que pueda...
QROO- ¿Le has visto acoplado? ¡Que parecemos profesionales!
ORBEA- No te pases, cara bonita, que el amo me ha dicho que si hay que subir puertos, soy su preferida.
QROO- Eso hay que verlo, mona.

(mujeres 8-)

Y poco antes de irme a la cama, saco las zapatillas de competición de la bolsa y las pongo junto a las de entrenamiento. Duermen juntas, y creo que no se tienen envidia, pero no estoy seguro. Me hago el distraído mientras recojo el resto del material, aguzo el oído y escucho esta otra charla:
LAS OTRAS: Cuéntanos lo de las escaleras y las dunas, anda.
SAUCONY: Bah, pura anécdota. Lo duro es el hecho de correr con la tralla que llevas detrás y el calor que hace, pero se va más despacio y punto. Y encima el burro este no se echó protección solar. Le oí decir que no lo ponía en la lista de material "para no olvidar" (otra vez culpa de Jesús, 8-)
LAS OTRAS: ¿Es verdad que la mayor parte de la gente sube andando?
SAUCONY: Sí, pero el jefe no, ni se le pasa por la cabeza. Casi creo que iba más despacio de lo que podría ir: se hace viejo. Aunque tal vez...
LAS OTRAS: ¿Qué?
SAUCONY: ¿Sabes que no se tomó ni un solo gel en toda la carrera?
LAS OTRAS: ¿Ni un gel?
SAUCONY: Bueno, una chocolatina en la bici, y mucho líquido, eso así. Pero nada más.
LAS OTRAS: Está perdiendo el sentido común o quizá es verdad que cada vez más despacio durante más tiempo...
  
Ya les habéis oído. No mienten. Quiero contar una cosa más, un momento muy breve, pero muy intenso: unos metros tras la línea de llegada, donde había esprintado por puro placer, nos esperaba el alma máter de este triatlón, Ximo. Estaba allí para darnos las gracias (como dice en su web) por volver a regalarle el mejor día de su vida. Me pareció de una sinceridad absoluta.

Creo que ese es el éxito de la organización de una prueba: no olvidar en ningún momento la generosidad con los que compiten y el agradecimiento por su esfuerzo. Ojalá algún día el DuXPAH sea como el Triatlón de Elche.