domingo, 8 de julio de 2018

Ironman de Frankfurt

Find your name!
Pocos días después de terminar Zurich en 2017, junto a la estación del tren cremallera de St. Gervais, el que sube al Mont-Blanc, me inscribí en Frankfurt. Un año con un objetivo único: mejorar sustancialmente mi marca personal. Había que intentar mejorar la natación y ser mejor ciclista. Y eso es lo que he intentado lograr durante un año, con algún éxito, creo yo. Pero no conseguí el objetivo, y aunque solo hayan pasado dos días, el resultado es es que tanto esfuerzo personal y familiar parecen inclinar la balanza del lado del “para ya un poco, majo”.

Ciertamente ha sido un año cuajado de pruebas de las que no corría nunca: la cicloturista Nor3xtrem, el campeonato de Madrid de duatlón 10-40-5, el campeonato de España de duatlón sprint por equipos, los medios de Guadalajara (campeonato de España de media distancia), Valencia y Logroño, para terminar con el Ironman de Frankfurt (campeonato de Europa). Y es así, midiéndote con los “buenos”, cuando te pones realmente en tu sitio: un buen baño de realidad nunca viene mal.

Con Frodeno
Viajamos a Frankfurt el viernes, de madrugada. La bicicleta y el material los habíamos mandado por carretera, así que el viaje fue muy cómodo. El hotel, perfecto, a unos cientos de metros de todo el sarao deportivo. Esa misma tarde recogemos la bicicleta, dorsales, etc. y acudimos a la cena de la pasta. El sábado por la mañana nos vamos a la T2 a dejar las zapatillas y por la tarde a la T1 para dejar las bicicletas, subidos en plan sálvese quien pueda en autobuses urbanos. Allí memorizamos el recorrido y nos hacemos una foto con un chaval bastante simpático que, según me dijeron, ha sido campeón olímpico y campeón mundial.

Nos volvemos al hotel a descansar un poco y después nos vamos a cenar al restaurante Ruccola. Un helado de postre y, aunque es pronto, toca descansar. Acaba costando un poco porque esa tarde jugaban los croatas y ganaron. Y en Croacia debe ser costumbre tocar el claxon hasta que explota o bien la policía te pegue un tiro.

Falta José Luis
A las 4:00 ya estamos arriba, listos para desayunar. Y a las 5:15 cogiendo el autobús hacia la salida. Revisamos la bicicleta, inflamos las ruedas, lo dejamos todo preparado y cuando ya estoy listo caigo en que no me he echado protección solar: bravo. Ya he entregado la bolsa, no hay tiempo. Los pros salen 10 minutos antes. Hay rolling start, y como estamos al final, tardamos bastante en salir. Las idas cómodas, las vueltas con el sol de cara. Por primera vez nado constante, adelantando más que gente de la que me adelanta, y solo me desoriento de verdad una vez (el sol) y tengo que hacer un ángulo recto de 30 ó 40 metros para no saltarme la última boya triangular. 1:13 no es lo que buscaba, pero mejora varios minutos a los tres IM anteriores. Buena noticia.

Seis minutos y poco de transición (la media es de más de siete) y a pedalear. Desde bien pronto se le empiezan a ver las orejas al viento. Yo voy bien, no tengo ningún problema, pero no se puede ir tan deprisa como me gustaría. El recorrido es muy alemán, hay animación en algunos pueblos, pero solo es real al pasar por el pueblo de la calle empedrada (sobre todo porque suena Aerosmith) y en el paso intermedio por Frankfurt. Eso sí, es un Ironman: bien señalizado, bien avituallados… y bien amonestados los que vi amonestar. Como siempre, ves personajes curiosos: la fauna IM. Hacia el 170 veo a Nico, que está de pie al borde de la carretera y me dice que está bien y que no me preocupe… Increíble la experiencia, pero que lo cuente él, porque da para un libro. Solo puedo decir que es un orgullo solo conocerle. Por si fuera poco el viento (hasta estoy orgulloso de la media de 31 km/h.) son 185 kilómetros (estábamos avisados), así que cuando llego a la T2 ya llevo casi 7 horas y media y pierdo la ilusión de bajar de 10 horas y media.

Llegando ya...
Menos de tres minutos en la T2 (la media era de cuatro) y a correr por la ribera del Main. Allí están todas nuestras mujeres y algunos pequeños, pasando de un lado al otro del puente y dándolo todo por animarnos. Deben ser cerca de las 14:30 cuando empiezo a correr. Hace calor, estoy cansando y desmotivado, esa es la verdad.  Pero hay que seguir y, sobre todo, no parar. Me avituallo según lo previsto. En la última vuelta Bego me grita que el equipo de nuestra hija ha ganado la final del campeonato de voleibol de Espinho categoría sub 18… cómo me conoce: no hay gel que se compare a escuchar eso. También en las dos últimas vueltas me acompaña un rato Carlos, un compañero de Maratid que ahora trabaja y vive en Frankfurt (gracias, tío: lástima no estar de mejor ánimo y hacerte sudar un poco más). Me deja a 500 metros y voy entero, así que busco brazos con pulseras rojas (última vuelta) para que no me quiten ser el protagonista de ese momento indescriptible que es entrar en el corredor de la gloria donde gritan tu nombre y le recuerdan a todos que eres finisher, poniendo así el broche final a tantísimo esfuerzo.

La familia Complutum en Frankfurt
Gracias Rober por ser tan sencillo cuando es evidente que eres mejor que muchos élite, gracias Ángel y Julio por vuestra determinación para llegar a pesar de los obstáculos (aunque en carrera Ángel me dijera que era el último, todos sabemos que no lo va a ser), gracias José Luis por compartir la frustración de la natación, pero también las risas de resignación y sobre todo la gloria de llegar casi juntos, y gracias Nico por enseñarnos qué es ser una buena persona, sin matices. Pero sobre todo, gracias a nuestras mujeres por regalarnos tantas horas de su tiempo durante tantos meses, por pasar tantas horas de pie animándonos a seguir cuando a uno le entran ganas de parar y esta vez, en especial, por seguir aguantando a estos imbéciles que ni siquiera os sacan una cerveza después de teneros tantas horas esperando. Supongo que fue tanto el esfuerzo que entre los seis no sumamos uno. Pido perdón.

Cuatro veces IM finisher ya, resultados deportivos parecidos y, curiosamente, las sensaciones que me han dejado cada IM se parecen como un higo a una castaña. A base de tropezar, uno va aprendiendo, y este lo había preparado mejor que ninguno de los anteriores, por lo que quizá me había hecho unas expectativas sin base y me ha quedado este mal sabor de boca; pero se me pasará, seguro. Siempre que he dicho que era el último maratón que hacía, sabía que era mentira. Con el Ironman no es diferente, pero creo que el año que viene prefiero descansar y buscar retos diferentes (en paralelo a un triatlón más humano, eso sí). Diría que ahora toca descansar, pero en septiembre toca recorrer el bulevar Unter den Linden por debajo de tres horas 8-), aunque esa será otra historia...

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