domingo, 20 de mayo de 2012

Hicimos el I DuXPAH

Hoy ha sido un día inolvidable. Me gusta esa sentencia, atribuida a José Martí, de que todo hombre debería plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Yo le añadiría "trabajar en equipo", en cualquiera de sus millones de formas posibles.

Tras un inicio de año algo convulso en el seno de nuestro club de triatlón, se puso sobre la mesa la iniciativa de organizar un duatlón popular. Muchos sospechábamos que no era fácil y en los últimos meses lo hemos comprobado. Pero ha sido hoy cuando hemos comprobado que valía la pena el esfuerzo. Por muchas razones.

Para ello hacían faltan un líder, un buen puñado de colaboradores y un objetivo muy claro. Y tres cosas muy importantes: ilusión, ilusión e ilusión. Y de todo teníamos. Lo único que ha habido que buscar eran horas de trabajo, quitadas en su mayoría al descanso y a la familia.

Organización I DuXPAH
No voy a contar en qué consiste organizar un duatlón popular, porque es algo que otros han hecho, hacen y harán mejor que nosotros, pero sí voy a referir unos cuantos momentos que me confirman por qué vale la pena un esfuerzo tan generoso.

Primero, y era el objetivo esencial, porque decenas de personas que disfrutan con la actividad física han estado más cerca de ese otro escalón que es la competición, que no te hace mejor ni peor, pero que supone una motivación adicional, un escaloncito más en la mejora personal, un lugar para compartir lo que te gusta con los demás, y sobre todo, una oportunidad inigualable para transmitir todo eso a los niños.

Ha valido la pena por docenas de pequeños grandes momentos: uno muy especial ha sido cuando ha llegado la última participante, una mujer mayor (aunque mucho más joven que muchas de 18). He vivido por primera vez la espera de absolutamente todos los corredores, lo que incluye a los últimos. Y allí estábamos muchos dejándonos las manos a base de aplausos para recibirla, pero lo mejor ha llegado cuando se ha abrazado a su marido. No había palabras, pero le estaba diciendo: "¿ves cómo podía terminar?".

Más: conozco una familia que ha participado al completo: dice mucho de ellos ¿no? Había compañeros corredores, de la piscina, del trabajo, vecinos... todos ellos son tus conocidos y tus amigos. Les hemos regalado un día de deporte y todos ellos nos han dado las gracias. Me lo confirma una bonita frase que nos han dedicado en el Facebook: "gracias por organizar esto mientras nosotros descansábamos".

Y también merece la pena comprobar que cuando pides ayuda, siempre puedes confiar en los de siempre. Allí estaban mi padre, mi tío, mi hermana, mi cuñado... y como siempre, mi mujer, mi hijo, y después hasta mi hija y mi madre. Un vecino muy salao les ha dicho que si hubiéramos decidido no colaborar, no se hubiera celebrado la prueba. Me siento orgulloso.

Por último, organizar esta prueba me ha permitido conocer mejor a muchos de los miembros del club. Sabía que eran grandes deportistas, pero ahora sé que muchos de ellos son formidables trabajadores y buena gente de verdad. Es un auténtico privilegio compartir algo tan intenso con gente así.

La satisfacción acumulada hoy es mucha. El cansancio también. Ahora solo queda aprender de los errores, descansar un poco y volver dentro de un año para intentar estar otra vez a la altura de las circunstancias.

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