viernes, 31 de diciembre de 2010

XXXI San Silvestre Vicalvareña


Terminó el año deportivo con esta fantástica San Silvestre. Como todo él, el colofón no pudo ser más didáctico. No recuperado del todo de la maratón y tras una semana subiendo y bajando las duras cuestas de Txurdinaga, terminé mi San Silvestre con las rodillas doloridas. Fue como recibir una buena colleja de las que daban antes los profesores: sin doler demasiado, te deja clarito que aquí mandan las rodillas.
Y finalmente, decir que para los que no valoramos una carrera por el número de participantes (más bien al contrario), y sin embargo apreciamos que se haga magia con cinco euros de inscripción, solo nos queda agradecérselo a la Asociación de Vecinos y al Club de Atletismo de Vicálvaro y pedirles que sigan así unas cuantas décadas más por lo menos.
Que el 2011 nos traiga todo lo que merezcamos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

I Maratón de Castellón


Una organización perfecta, un día perfecto, un recorrido muy llano (cuidado: no hay pendientes relevantes, pero no es llano), pero salió mal.
El primer kilómetro lo hice rodeado de gente, lo que evitó pasar de los 4' por kilómetro. A partir de ahí, como siempre, a mirar el reloj para no animarse demasiado. A partir del 7 u 8 se empiezan a estabilizar los grupos. Tenía uno detrás y otro delante. Elegí mal: decidí coger al de delante. Hice un kilómetro en 3:40, pero  creo que el tramo en que les alcance me debí poner por debajo de 3:30. Y creo que ese fue mi error. Porque además me había propuesto ir a 4'05".
Pasamos los primeros 10 km. en 39'06". Poco después empecé a sentir molestias en el isquiotibial derecho: me estaba avisando. En el 14, en El Grao, entendí que había que reducir. Aún así, en el 15 se contracturó y se acabó la ilusión de tantos meses. Paré, estiré todo lo que pude, me aplicaron réflex, me dieron un masajito y seguí al trote. Estaba a 4 kilómetros de Castellón y había que volver.
Durante esos kilómetros no quería, pero estaba convencido de que tendría que abandonar. Blasfemaba para mis adentros. Hacia el 19 me sentía constantemente en el límite (el ritmo rondaría los 4'20"), pero de nuevo empecé a pensar en terminar y al llegar a la media (1h28'28") ya había decidido seguir. Me acerqué mi mujer, le dije al oido lo que me había pasado, ella me besó y quedó claro qué había que hacer.
Tuve que parar más veces, la peor en el 26, otra vez a estirar. A partir de ahí a progresar poco a poco y volver a coger confianza. Josito me alcanzó y saludó hacia el 27 ó 28 (igual si le hubiera ayudado a bajar de 3 horas, él lo habría conseguido y yo no me habría lesionado, pero...).
Hacia el 35 se pasaba por la Plaza de la Paz. Fue el momento más emotivo, sin duda. Un pasillo de centenares de personas animándome, algunos gritando mi nombre. Y todo gracias a esa sencilla idea de grabar tu nombre en el dorsal. Creo que les lancé un beso con la mano y la respuesta fue atronadora. Inolvidable. Metros después, pasó de nuevo un patinador ofreciendo réflex en el mejor momento, porque me había vuelto a animar.
A partir de ahí ya solo quedaba dejarse llevar. Bajar de 3 horas era imposible ya, bajar de 3:10 debería ser fácil. Sentía el cuádriceps izquierdo excepcionalmente cargado, supongo que porque llevaba más de 20 kilómetros quitándole trabajo a la pierna derecha. Cuando quedaba poco más de un kilómetro alcancé a Josito, quien me volvió a reconocer.
La llegada estaba a un kilómetro, el pasillo final era espectacular, lo habría disfrutado infinitamente más bajando de 2:55, pero al menos pude apretar sin empeorar nada. Fueron 3h05'01" y este es el video de la llegada.

Gracias, Castellón


Simplemente, un 10 para el I Maratón de Castellón.
No he corrido ninguna de las grandes maratones que la mayoría no conocemos (Nueva York, Boston, Londres, Berlín...), pero dudo que puedan dar mucho más por el corredor que lo que ayer nos dieron la ciudad de Castellón y su primer Maratón. Las maratones míticas serán seguramente mejores en muchas cosas, pero en lo que no pueden ganarle es en el ansia de hacer una carrera inolvidable, a la altura del esfuerzo que hacemos los que participamos en ella.
Ese era ayer el comentario general. Hacia el kilómetro 30 iba de charla con un miembro de la organización y le hice llegar mi único comentario negativo: el modelo de chip, mucho más incómodo de colocar. Algo tan ridículo como eso es lo único que puedo considerar fallo.
Intentaré resumir, sin orden ni concierto: el trato especial en el hotel (la primera vez que me dejan volver y ducharme), el precio irrisorio por dejar el coche en garaje todo el fin de semana, la animación durante toda la carrera (con un speaker de lujo que animaba la salida y nos animaba uno por uno a la llegada), los avituallamientos más que completos (geles, barritas, fruta, isotónicas...), la señalización perfecta (hasta donde puedo hablar, dejé de mirar el reloj cuando tuve que caminar), los patinadores arriba y abajo ofreciendo réflex (gracias, chavales, llegué gracias a vosotros), la cuidada bolsa de regalos, el detalle de intercambiar la fianza del chip por camiseta solidaria, el avituallamiento colosal a la llegada (fruta, empanada, cervezas, dulces, refrescos...), la calidad de la web y de su información, los centenares de colaboradores, los fisios (en otras maratones he visto bastantes más aprendices que en esta)... y seguro que olvido muchas cosas importantes.
Dejo para el final un detallito: el dorsal. Es la primera vez que ponen mi nombre en él. Sin duda alguna, sirvió para que mi tiempo no fuera aún peor. Pude comprobar que no es lo mismo que te animen que ser jaleado por tu nombre. Oí "Manuel" docenas de veces, incluso algunos adivinaron que yo prefería oír "Manolo". Supongo que no leerán esto, pero les doy las gracias de corazón.
Hasta hoy consideraba los pasos por la Puerta del Sol los más emotivos de cuantos había corrido, pensaba que esa sensación era la que sentirían los ciclistas cuando escalan hacia Los Lagos de Covadonga o de nuestros maratonianos entrando en un estadio olímpico. Pero desde ayer, mi mejor recuerdo será el paso por la Plaza de la Paz de Castellón.
Gracias, Castellón.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Las contradicciones del maratón


Quedan menos de cuatro días ya para un nuevo maratón. Es curioso volver a estar nervioso por algo tan irrelevante como lo debería ser una carrera para un corredor popular, pero la contradicción está en su esencia.
Sé que cuando empiece a tragar los primeros kilómetros miraré el reloj para no superar el ritmo previsto… pero sé que no lo conseguiré.
Sé que intentaré convencerme de que es mejor reservar… pero sé que me responderé que no me cuesta nada ir a ese ritmo.
Sé que cuando llegue a la mitad del recorrido me sentiré invencible porque aún no siento el menor cansancio… pero sé que me diré que lo contrario sería la primera señal del fracaso.
Sé que cuando llegue al kilómetro 32 buscaré a mi mujer y le sonreiré con cara de misión cumplida… pero me diré, como siempre, que me queda lo verdaderamente difícil.
Sé que cuando llegue al kilómetro 38, ya se me habrá pasado por la cabeza varias veces reducir el ritmo… pero sé que me gritaré que no he entrenado durante meses para aflojar ahora.
Sé que cuando cruce la meta volveré a sentirme el mejor atleta del mundo durante unos minutos… pero después despertaré  y pensaré que todos los que han llegado y seguirán llegando son los mejores atletas del mundo.
Y sé que más tarde, recuperado hasta donde es posible recuperarse en unas horas, ya estaré pensando en la próxima, que quiero que sea Nueva York.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Céteris páribus, 2:55


Quedan 10 días para volver a recorrer la distancia mítica. Será la novena vez. No son muchas si se compara con las de muchos compañeros, pero suponen experiencia suficiente para saber que lo normal es que baje de tres horas sin problemas. Aún así, fiel a mi asignatura preferida, hoy, 10 días antes del gran día, he vuelto a consultar el oráculo a través del test de Serrano.
Y el test de Serrano ha salido pata negra, como puede verse en la tabla (no entro a explicarlo, los pocos que leéis esto, seguro que lo conocéis; y si no, preguntarle a don Google).
A mi me da una confianza total. Ahora solo queda esperar que los demás factores no alteren la predicción y que solo dependa de mi. En resumen que, céteris páribus, en Castellón caerán los 2:55.