miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mi primera temporada


No sé si será algo común o solo me pasa a mi, pero hasta mes y medio después de haber corrido en Nueva York no me ha vuelto a apetecer participar en nada. Es como si me hubiera dado un atracón y hasta ahora no he terminado de hacer la digestión. Algo parecido, me contaba un compañero del club, le ha pasado a él este año tras terminar su primer Ironman.

Es de suponer que algo habrán tenido también que ver la sobrecarga de trabajo y el accidente, porque aparte de una leve actividad deportiva, me he limitado a darle vueltas a la cabeza y perfilar cómo debería ser mio primera temporada como triatleta 100%. Pero finalmente me he decidido a apuntarme a la San Silvestre de Azuqueca de Henares, y de rebote se ha apuntado toda la familia. Así que el fin de año será muy deportivo, y el principio también, ya que no pienso perderme la subida al Ecce Homo.

Concreto un poco lo de perfilar la temporada: lo que he hecho ha sido fijar unos objetivos, globales y parciales. El primer objetivo global es simple, aunque se me hace muy asequible: terminar un triatlón olímpico. Es un objetivillo. Si no lo alcanzo me hago monje. Por eso tengo un segundo objetivo global en la recámara, bastante menos asequible: terminar un medio IM o triatlón asimilable. Lo malo es que en este momento este objetivo se me hace un poco exagerado. Pero dependerá de cómo progrese porque, en todo caso, lo planifico para el final del verano.

Lo más divertido serán los objetivos parciales. Los he fijado para ciclismo y natación solamente, tres por cada una de las dos disciplinas. Los hay de cantidad (3.000 m. nadando o 130 km. en bici), pero también de calidad (100 m. en tal tiempo o un ritmo medio en bici durante 2 horas -obsérvese que no doy cifras, no me atrevo-). En cuanto termine el apuro en el trabajo de estas semanas espero ponerme manos y piernas a la obra. Y falta me va a hacer porque todos los tiempos que mido son un poco deprimentes.

Una última cuestión que he tenido que empezar a resolver es la del material de invierno. Salir con la bici a casi 0 grados es poco menos que asegurarse los catarros: culote largo de invierno, cubrezapatillas, guantes... así que los Reyes van a venir cargados de material, pero como seguimos en crisis, sin lujos: nada de carbon-o.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Accidente

Esta semana leí un artículo sobre qué hacer cuando termina la temporada deportiva, antes de empezar la siguiente. Yo debo ser uno de los pocos a los que le da por tener un accidente.



El domingo siguiente al de la aventura neoyorquina decidí salir a hacer unos kilómetros tranquilos en bici. Al poco de salir de casa, rodando ya por la primera rotonda (la de Los Gorriones) el piloto de un coche que llegaba a la misma no me vio, entró a la rotonda y no pude esquivarlo, así que tuve un accidente bastante aparatoso: golpeé con el hombro en el coche, y me fui al suelo golpeando con la parte baja de la espalda (el culo, vaya) y después con la cabeza, además de arrastrar por el asfalto. Sin duda el casco me salvó la vida. Politraumatismo, escoriaciones, el casco roto, la chaquetilla rota, el culote roto... y la bici, intacta (le vino bien caer sobre mi).

Tras quince días de urgencias, médicos, curas, anti-inflamatorios, cremas y seguros, parece que ya puedo volver a lo que nos gusta: ayer pude nadar y correr sin demasiadas molestias y hoy he salido con la bici un ratito. Aunque apenas me molestaban los golpes, se notaba la inactividad ciclista tras cerca de dos meses sin coger la bici. Cada vez que pienso que esto pudiera haberme pasado una semana antes de irme a NY...

Al llegar hoy a la rotonda en cuestión los coches han parado mucho antes de que yo llegara. Si no hubieran respetado el ceda el paso, no me habría pasado nada, pero les he agradecido con la mano que hicieran lo que están obligados a hacer. Un mal trago que espero que no deje secuelas, pero que espero no olvidar cada vez que llegue a una rotonda porque al final llevamos absolutamente todas las de perder.

Contado esto, declaro oficialmente iniciada mi primera temporada seria de triatlón, con el objetivo mínimo de terminar elegantemente un triatlón olímpico y el objetivo máximo de terminar como pueda un medio IM. Para ser sinceros, el objetivo mínimo me parece ridículo, pero el objetivo máximo quizá es demasiado objetivo, así que ya iremos viendo.

Habrá que empezar fortaleciendo, seguir acumulando resistencia poco a poco y desde luego mejorando la técnica de bicicleta y natación. Tengo buenos profesores de los que aprender y con un poco de suerte, en el curro me quitan trabajo este año (más ya no me pueden dar, creo 8-).

Así se lo pediré a Melchor. Por si lo ve complicado, también le pasaré un extenso pedido de material de triatlón 8-).

martes, 8 de noviembre de 2011

Maratón de Nueva York

"You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will live as one"
(Imagine, John Lennon)

La historia de mi maratón de Nueva York comienza con un tranquilo paseo, a las 5:30, desde el hotel, en la calle 34 con la avenida Lexington, hacia la New York Public Library, en la Quinta Avenida, lugar de salida de los autobuses que nos habían de transportar hasta la salida, en Staten Island.

La maratón de Nueva York recorre los cinco barrios que forman la ciudad, el más conocido de los cuales es la isla de Manhattan. La salida está a más de 20 kilómetros, así que la organización se encarga de llevarte hasta allí desde varios puntos de la ciudad.

Iba tranquilo, disfrutando de esas madrugadas que tanto me gustan, convenciéndome aún de la importancia de tomarme la carrera con calma, como me había aconsejado todo el mundo, hasta que veo una fila interminable de autobuses a lo largo de la Quinta Avenida, todos con el cartel de línea “MARATHON”, y cientos de corredores que los van llenando de tres en tres… y no es hasta ese momento, después de tantos meses y meses pensando en esta carrera, preparando el viaje, en que me doy cuenta por fin de que aquello va a ser muy distinto de todo lo que había corrido hasta ese momento.

Disfruto del viaje buscando rascacielos y puentes conocidos. Además, empieza a amanecer y los colores mirando al Este son bonitos. Tras 35’ llegamos a Fort Wadsworth, en Staten Island, al otro lado del puente de Verrazzano. Docenas de autobuses, centenares, miles de corredores… pero ni un punto de duda: basta con seguir los regueros de atletas y las indicaciones de la organización. El que está perdido es porque quiere. Son las 6:35 de la mañana. Quedan más de tres horas para tomar la salida ¿Cómo me entretengo hasta entonces? Y la temperatura es de un grado.

Lo primero que hago es desayunar: un café y un bagel (que ni saben como nuestro café ni como nuestros donuts, pero es lo que hay). Me dan una especie de gel ideal para la carrera que debo tomar 15’ antes de la salida. No me sobra el sentido común, pero ni se me ocurre probarlo. Hay gente con sacos de dormir, otros dormitando cubiertos con mantas, unos bajo las carpas y otros al raso. Me paseo por la zona de montaje de sillas de ruedas cuando empieza a salir el sol, así que elijo un huequito de césped donde recibir sus rayos y pongo el plástico encima, me siento y me pongo a estirar durante… 1 hora. En mi vida había estirado tanto.

Entretanto la organización repite constantemente en cinco o seis idiomas la planificación y las normas a seguir: dejar bolsa hacia las 8:10, dirigirse a tu corral a partir de las 8:20 y en todo caso antes de las 8:55. Obedezco. En resumen, desde que dejas la bolsa hasta que tomas la salida queda alrededor de una hora de espera, en una zona bastante menos cómoda. Yo llevo dos camisetas extra y el gorro, pero se ve de todo. Hacia las 9:25, nos hacen avanzar desde el corral hasta la línea de salida. A mi me toca el carril inferior del puente (dos por arriba, uno por abajo). Unas 15.000 almas. Media hora después, otras 15.000. Y una hora después, los 15.000 restantes.

En la salida intento concentrarme en que solo vale disfrutar: me duelen los gemelos, las cervicales, todo; es imposible que haga la marca que sé que podría hacer en otro lugar. Ha sido una semana de patear calles, museos, tiendas y edificios durante todo el día. Pero no podía ser de otra forma porque Nueva York es fantástico, así que no hay nada que hacer. Solo disfrutar hasta que el cuerpo aguante. Y por si acaso albergaba la menor duda de que aquello va a ser formidable, tras oir por megafonía los nombres de la élite del maratón mundial (los Mutai, Gebremariam...) que está allí a 15 metros por delante, escucho (en inglés, claro) “Chicos, la ciudad de Nueva York os espera”. Pum. Y al compás del “New York, New York” de Sinatra, empieza el espectáculo.

No hace falta andar más de 3 ó 4 minutos para tener a la vista el formidable skyline de Nueva York. Ya sabéis cómo es ese momento en cualquier maratón, crees que no vas a tener problemas en recorrer los kilómetros que te echen. Subidón absoluto. Se acaba el puente de Verrazzano y entramos en Brooklyn. Empiezas a ver gente y eso que no es zona residencial, pero aquello va a más poco a poco y cuando te quieres te dar cuenta… la gente abarrota todo el recorrido.

Haría falta celebrar una maratón española 200 veces para juntar la misma cantidad de gente. Carteles a centenares. La mayoría para sus conocidos y amigos. Otros para sacarte una sonrisa: “Chuck Norris never ran a marathon”, “Bravo, chicos italianos, pero a quien nos gustaría ver aquí es a Berlusconi”… Y lo de las bandas de música es apoteósico: rock, jazz, rap… No olvidaré jamás el coro de gospel a la puerta de una iglesia (y yo que creía que había que ir a Harlem a oirlo). Banderas de todo el mundo en todo el recorrido. Por supuesto, buscas la tuya y la encuentras también. Como no llevo nada que me identifique como español (la camiseta del Complutum Triatlón no es suficiente) basta con una sonrisa para que te devuelvan todo tipo de ánimos.

Hay agua, Gatorade, médicos, urinarios cada milla. No falta nada.Voluntarios a espuertas. Hay detectores de paso cada milla (también cada cinco kilómetros). Así que no puedo controlar el ritmo (ni me importa mucho tampoco): estoy seguro de que ronda los 4 min/km. Y vaya si acierto: los primeros 5 km en 20:13, 10 km en 40:01, 15 en 1:00:04, 20 en 1:20:38. Sé que voy de paseo, pero también sé que se me va a acabar el paseo antes de lo que me gustaría. Me tomo el primer gel a ver si me sirve de algo.

El recorrido es exigente. No hay grandes cuestas, pero las subidas y las bajadas son constantes. Ya en Queens veo un pantallón gigante que lanza mensajes de ánimo a los corredores que acaban de cruzar un detector de paso. Y leo esto: “Ánimo Jim, tus compañeros de El Retiro están contigo”. El puente de Queensboro, que da paso a Manhattan se me hace eterno. El arco es tan pronunciado que no se ve el final hasta que llegas a la mitad. Pero ya no queda casi nada para la First Avenue (milla 16, algo más de 25 km.): si creías que en Brooklyn lo habías visto todo, ves que te equivocabas, que era verdad lo de que hay gente “five lines deep”.

La gente aplaude como si fuéramos alguien importante; en algún momento me acuerdo de lo que leí hace unos días “Enjoy the adoration”. Y me acuerdo de lo que me dijo alguien dos días antes: “Esta carrera no es para mirar adelante, no es para mirar el reloj, es para mirar a los lados”. Empiezo a dudar de que mi familia vaya a estar a la altura de la calle 86, pero como siempre, no me fallan. Llevo desde la 59 buscándolos. Allí está el cartel del “GO, DADDY” que prepararon mis hijos. Y mi bandera. Y cuando me acerco a darles un beso, veo que todo el mundo me anima. A la mierda los geles.
                                                                                                                         
Enfilo hacia el Bronx. No he llegado al 30 y estoy casi en la reserva: cada vez tengo menos fuerzas y las millas ya empieza a rondar los 7:00. Si no hubiera sido Nueva York, esta situación se produciría en el 37 o el 38 y ya solo habría que echarle huevos, pero me quedan 12. Km 32: otro puente para entrar en el Bronx, más cuestas. Se nota que el barrio es más sencillo, menos glamuroso, pero la animación es igual de fantástica. Veo gente con botellas de coca-cola de dos litros ofreciéndosela a los corredores, gente que lleva bandejas de pomelos, de naranjas y se las ofrece a los corredores… es emocionante la entrega de esta gente con los que se esfuerzan.

Cuando salgo del Bronx quedan ya pocos kilómetros, pero estoy en la reserva, y por si fuera poco la calle es la 138 y sé la distancia aproximada entre calles y calculo que tengo recorrer 80 manzanas hasta la 59 y me quedan... Lo que sucede siempre que no vas bien: pensamientos negativos. Pero no voy a parar, porque no va conmigo. Y porque si creía que lo había visto todo, es que porque no había llegado aún a Central Park. Allí me espera otra vez mi familia dejándose las amígdalas y allí está el clímax de la carrera. Tengo la impresión de que los cracks del ciclismo deben sentir lo mismo cuando escalan cualquiera de los puertos míticos de la Vuelta o del Tour.

El griterio es ensordecedor. Ya no va a parar hasta la meta. Hay corredores que hacen la goma, me pasan más que los que yo paso, pero yo no paro. Miro el reloj, hago malabares con millas, minutos, kilómetros y segundos y veo que voy justo para bajar de 3 horas. Y aunque me he repetido cuarenta mil veces que hay que disfrutar, ya es una cuestión de orgullo: ni estoy disfrutando de los últimos kilómetros ni voy a bajar de lo que yo considero razonable. Así que empiezo a tirar de riñones y a recordar lo grato que fue trotar por allí hace unos días.

En la calle 59, la música y el griterio no cejan hasta Columbus. Vuelvo a acercarme a 4 min./km. Curiosamente, quizá por motivos de seguridad, los últimos 300 metros se hacen casi sin gente, ya dentro de Central Park, hasta casi el final. O eso me parece porque ya sí que no miro hacia los lados, solo hacia los arcos de entrada, que aunque dibujan unos segundos más de tres horas, no me engañan: el tiempo neto es de menos de 3 horas: 2:59:37. Casi mi peor maratón, pero sin duda la que no olvidaré jamás.

Desde ahí, nos cubren a todos con una manta térmica de Finisher, nos ponen una bonita medalla (había dejado de apreciarlas) y nos entregan una “recovery bag” a la que no le falta nada (si acaso le sobra una bebida asquerosa con sabor a caramelo: es lo malo de este país, las porquerías que comen). Me encantaría tirarme al suelo, pero allí no dejan pararse a nadie. Todo el mundo nos felicita. Hasta en tres ocasiones me ofrecen ayuda: no debo ir muy sobrado (de hecho, estoy tiritando). Y aún queda caminar hasta la salida de Central Park en la calle 77 (me viene a la memoria John Lennon) y allí recogemos la bolsa de ropa, que buena falta me hace.

Fin del sueño de una mañana de otoño.

(Dedicado a mi mujer)

viernes, 28 de octubre de 2011

Enjoy the adoration

"Las calles mojadas te han visto crecer" (Nacha Pop)

He estado bastante ocupado últimamente para pensar en serio esta maratón, que en algún momento he pensado que será la última. Me he limitado a entrenar según un plan, más o menos el de siempre. A medida que iba viendo buenos resultados empezaba a fantasear con el tiempo final. No fue hasta ayer que llegué a la conclusión que lo razonable era apuntar a 2:55 y dejarme de tanta tontería.

Nada más lejos de mi intención que compararme con el mejor tenista español de todos los tiempos, pero ayer escuché una anécdota sobre él que me hizó entender que cuando salgo a correr, yo tampoco acepto la derrota, no acepto salir a hacer un tiempo determinado si en mis piernas está hacer que ese tiempo sea menor. Un tenista lucha contra otro tenista, un corredor contra sí mismo.

Pero esta vez será diferente. No me voy a pasear, pero tampoco me voy a perder un espectáculo como el que espero que sea. Me vienen a la cabeza los pasos por la Puerta del Sol en Madrid o la plaza de la Paz en Castellón. Son momentos inolvidables, en los que te sientes, qué sé yo, Induráin, Nadal, Antón, Fiz... y eso que solo duran minutos.

Pues eso va a ser Nueva York, pero durante 26.2 millas: "As you turn off the 59th Street ramp onto First Avenue you'll encounter scores of rabid race fans five people deep on the side of the course. It's like running out of the tunnel into a full stadium, New Year's Eve, Fourth of July Fireworks and your birthday all wrapped into one. Enjoy the adoration. You've earned it".

Esta gente se merece que les sonría. Y 2:55 puedo hacerlos de cabo a rabo con una sonrisa...


domingo, 9 de octubre de 2011

IV Media Maratón del Románico Rural


"Some days are better than others" (U2)

10:30, mañana fresquita, no creo que llegáramos a 200 corredores en la línea de salida entre las dos pruebas que se celebraban: la media maratóndel Románico Rural y una carrera popular de unos 6 km.

El recorrido es difícil de explicar: de Urés a Palazuelos, de Palazuelos hacía La Olmeda de Jadraque, sin llegar, damos la vuelta en plan trapecio y tras una recta muy larga volvemos a Urés, pero no nos quedamos: seguimos cuesta arriba unos cuatro kilómetros para descender luego tres hasta meta (mejor ver el mapa). Mitad zahorra, mitad asfalto. Lo que es fácil de describir es el perfil del recorrido: p'arriba, p'abajo, p'arriba, p'abajo, p'arriba, p'abajo...

A los tres kilómetros veo que tres o cuatro de los de cabeza se vuelven al pueblo: no caía yo en que estaban corriendo la carrera corta. De hecho, dudo qué hacer yo mismo porque el cartel indica "Carrera popular"... ¿Y yo qué estoy corriendo? Me centro y me quedo cuarto, y con un ritmo cómodo. Poco después oigo que me pisan los talones, pero no aprieto porque no llevamos ni 8 kilómetros y quiero subir las rampas finales con dignidad. Aún así, no me alcanzan. De hecho, en las pocas curvas que hay veo que la distancia con los que me siguen crece. Lo que también se me hace imposible es coger a los que van delante, que cada vez se alejan más.

Hacia el kilómetro 11 me sucede algo que no olvidaré: se me cruzan a unos 20 metros tres ¿corzos? al galope. Cosas de correr por el campo. Lástima no llevar cámara en las gafas o algo así.

A partir del kilómetro 14 empiezan las cuestas de verdad y se acaba la comodidad que llevaba. Hay cruces en los que dudo porque no veo flecha en el suelo y no hay nadie para confirmarme que hay que seguir de frente, pero afortunadamente no me pasa como en aquella maldita media de Aguilar de Campoo, en que a poco termino en Santander... Y venga cuestas... Incluso desde el km. 18 la bajada no es totalmente continua y hay pequeños repechos, pero nada de aflojar.

Aunque está claro que los que me siguen están lejos. En parte por eso me permito, a 30 metros de la meta, pararme para felicitar a mi padre por ser su cumpleaños (alguien me grita que no me pare ahora 8-). Dada la dureza del perfil, el tiempo no tiene mayor importancia (1:22:37). 

Lo mejor ha sido volver a pisar el podio. Aunque sea una carrera modesta, me sabe muy bien. Por cierto, café en la salida, avituallamiento cada 5 km., una camiseta muy maja, un tarro de miel, una muestra de jabón de laurel, clasificación en Internet... No digo más.

domingo, 2 de octubre de 2011

Trofeo Hipercor de Alcalá de Henares


"My heart going boom boom boom" ("Solsbury Hill", Peter Gabriel).

Me encanta salir de casa directamente con el disfraz de corredor. Me recuerda mi primera carrera... Calentando y conversando tranquilamente nos hemos llegado presi y servidor hasta la línea de salida. A eso de las 11:00 ya hacía un calor considerable. El Hipercor está más concurrido año tras año. Y con más nivel cada año, a pesar de que no hay premios.

En la salida, un minuto de silencio por el joven atleta complutense que falleció hace unos días (lamento no conocer su nombre; D.E.P.). Docenas de caras conocidas: amigos, foreros de elAtleta.com y compañeros del Complutum. El recorrido, el mismo del año pasado. Afortunadamente: con los años que ha costado que tuviera 10 kilómetros bien medidos, como para cambiarlo.

He salido quizá más fuerte de lo debido, o tal vez no, porque no he mirado apenas el reloj. Simplemente hacia el tercero he decidido que había que relajarse. En la Puerta de Madrid y en los Santos Niños, como siempre, la familia pegando gritos. Relajarme un poco hasta el km. 6 me ha servido para hacer hasta el km. 8 controlando y apretar en los dos últimos, que han caído a 3:30.

Al final, 35:50, ritmo 3:35, 641 purdies, puesto 18, 9º veterano, sensaciones formidables y pensando ya solo en NY.

domingo, 11 de septiembre de 2011

IX Chiloeches - La Celada



Aunque el nombre oficial sea Carrera Popular Villa de Chiloeches - La Celada, lo suyo sería llamarla La Celada - Villa de Chiloeches. Y es que, una vez inscrito, un autobús te lleva hasta una pequeña urbanización situada a unos tres kilómetros de Chiloeches. Allí se da la salida y se recorren 10 kilómetros mixtos tierra-asfalto hasta Chiloeches.

Salvo los primeros metros, la primera parte de la carrera es en leve descenso. Hasta que a los 4 kilómetros, al cruzar la carretera, se acaba lo bueno. A partir de ahí es todo leve subida. Hay avituallamiento suficiente (agua en dos puntos y esponjas en otros dos). A los 7 kilómetros se entra en Chiloeches y se hace una especie de espiral: subida a lo alto del pueblo, cruce de calle de Mayor, bajada otra vez y vuelta a subir por la calle Mayor. La foto es de la cuesta final.

Cuando llegué el termómetro marcaba 32 grados y al volvernos 27. Vamos, calor. Hice 38 minutos y pico, pero creo que le faltaban metros. En fin, lo importante es que me sentí bien. Menos de 150 corredores. Desde el comienzo los cuatro galgos de cabeza se fueron como motos. Mantuve a vista toda la carrera a un viejo conocido delante de mi, así que fui sexto buena parte de la carrera hasta que en el kilómetro 6 me pasó un chaval y en ese puesto me quedé hasta el final. Lástima que no hubiera categoría para veteranos.

Decidí participar el día antes. De haberlo previsto antes no me hubiera metido media maratón a 4:20 el día antes (con los niños en bici detrás para achucharme 8-). Por esto y por las cuestas, considero bueno el tiempo. Además, fue el estreno de la camiseta con la que correré en NY.

En Chiloeches, bastante animación (están en fiestas) e incluso Ricardo Serrano animando. El avituallamiento, muy bien. La inscripción eran cinco euros, todavía lejos de mi precio objetivo máximo (1 kilómetro, 1 euro), aunque me comentaron que hasta el año anterior era gratuita.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mi segundo sprint


¿Dónde está papá? Jolín, es que va muy deprisa... me lo he pasado como un crío oyendo los comentarios de mis hijos en los trocitos de vídeo que ha grabado mi mujer. He aprendido bastante y no ha habido sorpresas: todo ha sido como me habían comentado los compañeros. Y aunque habrá que esperar a los tiempos, quiero pensar que he mejorado. He cruzado la meta cuando el reloj sonreía con un 1:15:40.

Lo del agua ha sido una auténtica experiencia: cieno y una profundidad que no creo que pasara del metro. Tortugas no he visto hoy, estarían acojonadas, pero haberlas haylas... y muchas y hermosas. En la salida me he acordado de cuando le enseñaba a mi hijo que no pisara charcos: y ahora le tenía ahí fuera pensando, seguramente, que su padre no es que los pise, es que se mete en ellos. No me he agobiado ni la mitad que en la Casa de Campo. Al pasar la última boya he tenido que ponerme de pie a causa del anclaje. Y al cruzar bajo el último puente también: daba con las manos en el suelo. También compruebo en el vídeo que uno nada de pena, pero es que vas más pendiente de no tragar agua que de nadar bien. Toca mejorar.

La T1 tampoco ha sido para tirar cohetes. Iba bien hasta que me he puesto la zapatilla izquierda y la lengüeta se me ha quedado dentro (cosas de llevar las zapas Decathlon más baratas). Finalmente (15 segundos después 8-) he decidido que iba a pedalear igual. Además, me sirve de excusa para que mi mujer me deje comprar calzado más pro (je, je). Como dijo Cristóbal, el circuito es rápido. Para que yo haya hecho treinta y algo de media... Salvo un pequeño derrape al salir de un giro por estar el suelo mojado y otros cuantos sustillos a causa del lamentable estado del suelo (resaltes y grietas), todo ha ido bien. Ningún imbécil adelantando de mala manera, como el que me tiró en la Casa de Campo. Cuando quedaban menos de dos kilómetros me ha alcanzado Guillermo y hemos entrado casi juntos. Esta vez sí me ha dado tiempo a descalzarme, como un señor 8-).

Y respecto a la T2, creo que bien. He salido un poco acelerado y con mucha sed, porque no llevaba agua en la bici (error). Afortunadamente, había avituallamiento de agua nada más comenzar el circuito a pie. A partir de ahí a pasar gente, según lo esperado. Y disfrutando como hacía tiempo que no disfrutaba. Creo que se ve en la foto. Han ayudado la excelente mañana, la buena organización de la prueba, mi mejor estado de forma y, sobre todo, como siempre, mi familia. 

domingo, 19 de junio de 2011

Ya soy triatleta


Paquete, pero triatleta por fin. Mi primer sprint fue una experiencia intensa y, sobre todo, didáctica. No sucedió nada que no fuera previsible, pero nunca es lo mismo ver que estar allí, que participar, que ser uno de ellos. Quizá por eso, desde crío, nunca me ha gustado ver el fútbol, aunque me dejaba la piel jugando en el campo; ni ver un partido de baloncesto, pero sí jugar tres horas seguidas en nuestro querido Poli...
Lo primero que, siendo evidente, llama la atención es la sofisticación. Reconozco que siempre he dicho que prefiero los deportes simples, pero tendré que cambiar de opinión. La lista de material necesario o la posibilidad de que algo falle o se te olvide no tienen nada que ver con la carrera a pie. Supongo que la primera vez todo es más complicado. Afortunadamente iba con muchos compañeros del equipo y me avisaron de muchas cosas.
Al trapo.
Cierto que el agua del lago de la Casa de Campo es sospechosa, pero mi preocupación inicial era si me tiraba de cabeza o no, a ver si iba a perder las gafas... Un buen consejo a tiempo, un chapuzón para ensayar y ver que el agua ni está fría ni muerde y que las gafas ni se mueven. 11:02. Al agua. Todo lo que me habían dicho era verdad: la gente se quiere hacer sitio. Afortunadamente la salida es amplia y yo pronto empiezo a quedarme. Minutos después la situación se repetirá cuando empiecen a cogerme las series posteriores. Uno se desorienta. En algún momento me desvío claramente. Corrijo. Primera boya. No me resulta agradable. Sé que aún no nado con fluidez. Puedo aguantar dos kilómetros, lo sé, pero no sé nadar como soy capaz de correr. Todo llegará. Cuando llego al pantalán, no puedo evitar mirar de reojo hacia atrás. Buf, soy de los últimos. He ido a aprender, pero no llevo bien ser de los últimos, ni lo he llevado, ni lo llevaré. Empiezo a trotar y me siento relajado, quizá porque estoy en mi medio.
Bicicleta. En boxes compruebo sin pretenderlo que quedan muy pocas. Resoplo otra vez. Me ha debido pasar el 90% de la gente, si no más. Pero noto que disfruto en cuanto empiezo a empujar la bicicleta. Me subo y arranco. Al kilómetro, un participante tirado en el suelo. Mala suerte, chaval. Espero que no fuera más que un susto. Cuando empiezan las primeras rampas, un imbécil empieza a adelantarme por la derecha. Yo oigo algo y me aparto... los dos al suelo. El imbécil blasfema. Yo no sé si subirme a la bici o sacudirle una hostia. Cuando logro ponerme la primera cala, veo que se ha salido la cadena. Resuelvo y un chaval me empuja. Menos mal. A partir de ahí, las tres vueltas iguales: subiendo paso gente, bajando me pasa gente. Me recuerda las carreras de montaña... hay cosas que no cambian. Escalador que es uno. En una de las curvas cerradas cambio mal y se vuelve a salir la cadena... qué torpe. Al llegar me descalzo del pie derecho y cuando me voy a descalzar el izquierdo se me sale la zapatilla. Soy un crack: un pie calzado y el otro no. No me importa: me río. Me quito la zapatilla y corro hacia la T2.
Carrera a pie. Cinco kilómetros. Los dos primeros me los paso cogiendo tono. Es una distancia demasiado corta para mi. No dejo de pasar corredores sin apenas esforzarrme, pero tampoco vale la pena morir para pasar  unos cuantos más y me dedico a pensar que me gustaría que estuvieran mi mujer y mis hijos, que algún día no estaré tan atrás (con todos mis respeto para los que están aún más atrás) y que el objetivo de esta prueba está cumplido: ser triatleta.
Supongo que mañana estarán los tiempos y entonces entrará la cabeza del ingeniero a analizar y planificar los entrenamientos para seguir mejorando. También creo que correré más sprints antes que pasarme al olímpico. Mi problema no es resistir esas distancias: es nadar mejor y pedalear como Dios Manda.
Lo que sí tengo claro es que empezaba a cansarme de las carreras. Ya es prácticamente imposible mejorar en carrera, y aquí tengo un mundo. Mucha gente no lo entiende, pero algunos no podemos vivir sin retos...

domingo, 29 de mayo de 2011

XV Media de Jadraque


No entraba en los planes del que suscribe correr esta carrera, pero me lo propuso mi cuñado y no me pareció mal correrla por segunda vez. Y al final resultó no ser buena idea.
A pesar de haber visto a Abel Antón, que estaba dándole algo de exotismo a la prueba y se conserva muy bien y a pesar de haber coincidido con bastantes compañeros de mi antiguo club, que habían acudido en tropel al reclamo del jamón y el vino (lo que demuestra que son gente sabia).
Y es que he sufrido como un burro y encima mi cuñado se ha lesionado y se le ha acabado por unos meses la actividad deportiva.
Lo de sufrir se veía venir. Entreno sobre todo bicicleta y natación y corro unos 10 km. un par de días, así que 21 kilómetros tan duros se me hacen pesados. Afortunadamente se nublaba a ratos y hacía algo de airecillo, pero las cuestas son las cuestas, en particular del km. 16,5 al 18,5.
Precisamente hacia el final de la última cuestaza, me encontré a Miguel Ángel, que al parecer se había lesionado (y retirado) también. Los últimos metros por el pueblo son mosqueantes... ¿me perderé? Pero no, en cada viraje, un paisanete con un trapo rojo atado a un palo indicándote el camino.
A la llegada, la speaker animando el cotarro: dorsal 151, el que sucribe, del Complutúm Triatlón (le ha debido parecer necesario cambiar el acento de sitio para añadirle dramatismo). Cervecita, camiseta técnica, avituallamiento sólido y para casa.
Y ahora a pensar en el día 18... mi primer sprint, mi primer triatlón

sábado, 26 de marzo de 2011

Media Maratón Cervantina


Más vale tarde que nunca. Entrañable carrera la media maratón complutense del pasado domingo, 20 de marzo. Es una obviedad que la han organizado solamente porque tenemos las elecciones municipales a la vista, pero sería estúpido no disfrutar de una carrera así en casa. La organización, aprobado discreto. En el debe: limitar la participación a 500 atletas, la nula logística para cambiarse o dejar la mochila, los múltiples fallos del "chip", etc. Pero el circuito era perfecto, bien medido y bien señalizado. Y los chavales del AJA lo hicieron muy bien, en particular uno muy majete que no paraba de animar en la aburrida recta del Lian-chan-po.
La califico de entrañable porque me encanta correr por mi ciudad, pero sobre todo por haber coincidido con todo el club Alcalá Maratón el día en que estrenábamos camiseta y con un montón de compañeros del Complutum Triatlón, además de los amigos de Torrejón y otros muchos -muchísimos, casi todos- de aquí de casa. Y, por supuesto, porque estaba todo mi familia animando, como siempre.
El tiempo fue lo de menos, 1:21:58. Lo mejor fue ser capaz de correr a un ritmo constante. Gracias a ello, no sufrí prácticamente hasta el último kilómetro, en que tuve que echar el resto para alcanzar a Javi y entrar con él. Esto del triatlón es todo un descubrimiento: solo corro dos días a la semana, sin reloj muchas veces, al ritmo que me pide el cuerpo y no tengo problema en hacer 1:22...
Solo queda desear que la próxima media maratón de Alcalá de Henares no se celebre dentro de otros cuatro años, como ha sucedido con esta. 

sábado, 19 de febrero de 2011

Demasiado que contar


Llevo sin contar nada ya demasiado tiempo. Y no es que no hubiera qué contar. Empecé el año con la clásica Subida al Ecce Homo. Lo especial de este año fue que mi mujer también subió (y bajó 8-). Una máquina. Después, como había prometido, me hice miembro del club de triatlón de casa (Complutum Triatlón). Y aprovechando un duatlón-cross de lujo que organizaron hace unas semanas, pude conocer a muchos de ellos y correr mi primer duatlón-cross.
Qué gozada. Más que divertido. En el primer tramo (carrera) no tuve mucho problema en seguir a la cabeza, pero subirnos a la bici, llegar a la primera cuesta y perderles de vista fue todo uno. Y es que la técnica de bici de carretera se parece a la de bici de montaña como un higo a una castaña: cuando empecé a cambiar, ya me había quedado clavado... Pero lo pasé muy bien.
Está bien esto de sentirte paquetillo. Y me parece que va a ser peor cuando haya que nadar. Hoy he comprobado que nado en 1'05" los 50 metros. De risa, imagino. Eso sí, el ritmo lo mantengo durante los 1.500 metros como un león. Supongo que mejoraré con el tiempo.
Objetivo: correr un triatlón sprint y un triatlón olímpico en el verano. Después, lo dejaré tres o cuatro meses para correr la maratón de Nueva York: ya soy ACCEPTED.