domingo, 16 de marzo de 2014

Cicloturista Bilbao-Bilbao

Uno de mis objetivos al comienzo de esta temporada era hacer una prueba de solo ciclismo y una prueba de solo natación. El primero de dichos objetivos lo cumplí el pasado 16 de marzo participando en la cicloturista Bilbao-Bilbao. El siguiente espero cumplirlo más adelante.

Carlos, yo y Marcos
La experiencia ha valido la pena. Según me han dicho, otras pruebas cicloturistas son mucho más competitivas. En esta, sin embargo, vas acompañado en todo momento de corredores de todo nivel, región y condición, de todas las edades, con todo tipo de bicicletas. Es, sin duda, una prueba auténticamente popular. Y para empezar es mucho más recomendable.

Por supuesto, ello no quiere decir que sea un paseo. Al fin y al cabo son 117 kilómetros con sus puertos, que no son asequibles para cualquiera, pero sí lo son para gente razonablemente asidua a la bicicleta, con ganas de esforzarse un poco y pasar una buena mañana. Allí que nos fuimos, Carlos, Marcos y servidor.

Las salidas son escalonadas y decidimos salir en la primera. Salgo de casa de mis cuñados y mi sobrino desde Santutxu. El Bilbao que me encuentro es precioso: limpio, moderno, encantador... hay demasiado borrachuzo suelto, pero esto es España y es domingo.

No tomamos la salida propiamente oficial para evitar posibles accidentes: guiados por los amigos de Marcos nos incorporamos a la riada de ciclistas un poco más adelante, haciendo en sentido inverso el recorrido de la carrera Las Arenas-Bilbao que tantas veces he hecho en sentido contrario. Vamos juntos aproximadamente los primeros 15 kilómetros. Luego dejamos de vernos. Probablemente yo he entrenado más que mis compañeros y pronto las piernas me piden ir más ligero.

Subida a Morga
La prueba consta de varias subidas, de las cuales la última es la más fuerte: la subida al Morga, hacia el kilómetro 90. Pero es cómoda hasta la mitad de la carrera, porque el ritmo va controlado (creo que se dice carrera neutralizada, o algo así). No tiene mucho sentido ir más deprisa para apelotonarse ahí delante. Además, hace un día precioso, rodeado de paisajes verdes, como no podía ser de otra forma.

Casi sin notarlo llegamos al Parque Tecnológico de Zamudio, donde nos aprovisonamos de una deliciosa barrita de Huesitos, agua, refrescos y algunas galletas (yo hubiera preferido algo más de la tierra, pero en fin). Lo que sí sucede es que, a partir de aquí se abre la veda y ya vale cualquier ritmo. Como no hay nada que ganar ni perder, no me preocupo demasiado (nada, realmente) del ritmo, y voy cómodo, sin prisa, pero sin pausa.

Cuando empezamos a subir el Morga, me siento tan fuerte que sigo un buen rato con el plato grande. Al fin y al cabo he ido reservándome casi sin pretenderlo. No dejo de pasar corredores sin hacer nada especial. El descanso de los últimos días está jugando a mi favor. Incluso llamo a mi mujer para avisarle de que llego bastante antes de lo previsto. En lo alto del puerto, mucha gente animando. El día sigue siendo precioso. Bajo alegre, pero como de costumbre, me pasan unos cuantos corredores y yo no paso nadie. Incluso un salvaje me hace un "interior". En fin...

Terminada la bajada propiamente dicha, llega la galopada hasta Bilbao. Me pego a una grupeta que va por encima de 35 km/h. Empiezo a reconocer muchos de los lugares por los que entrábamos a Bilbao hace años y me entra un alegría especial cuando paso por el Parque de Txurdinaga. Con los cientos de kilómetros que habré hecho en él, nunca lo había visto desde una bicicleta.

Subimos a Begoña, ya todo mes es familiar, giramos y enfilamos hacia la llegada, donde a pesar de no jugarte nada no queda más remedio que entrar a saco. Allí está mi familia, en un día espléndido, en un ciudad preciosa y con una sensaciones inmejorables.

Así que solo quedan ganas de repetir.