Muy especial este Ironman (el séptimo). Los españoles tendemos a pensar que todo lo de fuera es mejor. Pero el hecho es que con todo lo inolvidable que fue hacer el de Hawai, el de Lanzarote no puede tenerle ninguna envidia. Quizá uno ya tiene asumida toda la (compleja) logística de llegar con una bicicleta, montarla, registrarte, hacer el check-in, la parafernalia de cualquier triatlón, etc. pero me ha resultado muy fácil todo y hasta cómodo.
Incluso el problema que tuve (afortunadamente el día antes) se resolvió en media hora: se me rompió el cable del cambio trasero. En algún otro Ironman hubiera dado igual, aquí equivalía a no poder ni empezarlo casi, pero en 20 minutos estaba totalmente resuelto por los chicos de Shimano.

Pero si me he decidido a desempolvar el blog es sobre todo porque después de recoger mi medalla (3 de 6 objetivos conseguidos), tomar algo con los compañeros, recibir unos masajes, ducharme y cenar, nos fuimos a meta -por primera vez- a vivir el Ironman hasta el final, 17 horas después de meternos en el agua. Y aluciné. No sé decir quién, con el corazón en la mano, tiene más mérito: si los que llegan en poco más de ocho horas o los que llegan en casi 17 horas. Un espectáculo inolvidable, en español y en inglés, con la música perfecta, viendo llegar a gente destrozada que se animaba a correr durante unos poquitos metros de gloria vitoreados por los que allí quedábamos. Por supuesto, yo llevaba mi camiseta de finisher y algunos (siempre extranjeros) me preguntaban qué tiempo había hecho, me daban la enhorabuena... Y, por fin, lo que quería comprobar: allí estaba la ganadora, Lydia Dant, esperando al último finisher para ponerle la medalla. Al día siguiente, la noticia deportiva eran los insultos racistas a Vinicius. Pero no es noticia semejante muestra de deportividad: que el primero espere al último. En fin, es lo que hay.
Y por si semejante espectáculo fuera poco, cuando por fin todo terminó, suena el "What a Wonderful World" de Louis Armstrong. Malditos americanos, puñeteros reyes del espectáculo, igual que en la salida del maratón de Nueva York con la voz de Sinatra y la postal de Manhattan al fondo. En fin, no pudimos irnos hasta que terminó la canción... la piel de gallina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario