Fue en 2019 cuando le pedí a Jorge que me ayudara en mi plan
de hacer un Ironman bien de una vez por todas. Prueba seleccionada: Niza 2020.
Vino el COVID y no hubo más remedio que replanificar todo el año, pero sin
tirar la toalla. Y no se nos dio nada mal. Siguiente intento: 2021, pero las
elecciones francesas obligaron a llevarlo a septiembre y me venía mal (maratón
de Vilna). Vuelta a empezar: que sea en 2022… Primera lesión seria en enero,
qué se le va a hacer. Y cuando me empiezo a recuperar (marzo, justo cuando
me veía ganador en Soria) otra vez a parar un mes y medio. Ya sin apenas margen
para volver a correr bien, me resigno a que basta con ser finisher una vez más,
pero en abril vuelvo a ser subcampeón de España de media distancia y... todo
dudas. No importa, no vivo de esto… best-effort, lo que salga…
A un mes y pico de la prueba, Bullet Bike me dice que no me
lleva la bicicleta, que no le salen las cuentas (una y no más, santo Tomás). Menos
mal que hay amigos (gracias, Nico) que te resuelven cómo llevarla. Pero llega lo
peor: a menos de 48 horas antes de la prueba los controladores aéreos franceses
deciden que se cancela nuestro vuelo. Cinco horas después estamos en el coche
camino de Niza, porque ya solo tengo una cosa clara: vamos a terminar lo que
empezó hace tres años. Menos mal que tengo la familia que tengo. Llegamos a
Niza con el tiempo justo para recoger dorsal, pegatinas y todo lo demás; comemos
y por la tarde hacemos el check-in con todo el material. Ya solo queda intentar
descansar del “ironman” del viaje para hacer el “ironman” de verdad.
Un inciso… una vez leí un artículo que no olvidaré jamás. Simplemente planteaba, en el escenario de una carrera de niños, la duda sobre quién tiene más mérito: el que llega primero a meta entre aplausos, gritos y enhorabuenas o el que tropieza varias veces y no duda en volver a levantarse, aunque sea para llegar el último. Yo creo que la respuesta es que ninguno es mejor ni peor. Y que puedes ser tan bueno como el primero si lo has dado todo. Es mi forma de pensar y no creo que la cambie. Y si en 2016 ya entré con una sonrisa, a pesar del maldito sillín, en 2022 nada me iba a impedir repetirlo.
Séptimo. Por fin un top-ten en un Ironman. Ya solo queda reunirme con mi gran
equipazo, intentar descansar y ver qué pasa al día siguiente en el acto de
asignación de plazas para el Campeonato del Mundo (la lotería, al fin y al cabo).
Y el lunes a las 10:00 toca bingo, porque cuando has sido
séptimo en mi categoría solo te vale tener algo de suerte por una vez (otras veces no
la tuve con el sillín, ni con la gastroenteritis, ni con los pinchazos… en
algún momento tiene que cambiar la dirección del aire). Y en la ceremonia conozco a
Bartomeu, segundo de su GGEE, un crack, y a quien por fortuna acompañaré en
Kona. Mientras esperamos me confirma lo que yo suponía: hacer Lanzarote fue muy
duro, pero se lo esperaba. Lo de Niza ha sido una barbaridad. Y conozco a un chavalín vasco -primero en su GGEE- que estoy seguro de que si quiere va a brillar en poco tiempo, con su orgulloso padre contándome que han decidido no ir a Kona... e imagino por qué.
Termino. Me he buscado un problemilla teniendo que correr el maratón de Londres y seis días después el Ironman de Hawai, pero lo difícil ya está hecho. Y es a toda esa gente con la que he aprendido, reído, disfrutado, ayudado, aconsejado, abrazado y una lista interminable de participios… es a toda esa gente a la que os doy las gracias, por haberme ayudado a hacer mi camino una experiencia vital inigualable. Y no es un tópico: esto no habría llegado sin todos vosotros. Gracias, amigos.
¡Enhorabuena Manolo! Acabo de leerlo ahora. Magnífica carrera y disfruta de lo que te espera en Hawai. Eres grande.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Solo organizarlo está siendo una experiencia inolvidable. Ya os contaré.
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