domingo, 30 de julio de 2017

Ironman de Zurich

Más de 160 kilómetros nadados, cerca de 5.000 en bicicleta y casi 1.000 corriendo. Con la misma ilusión desde el día que empiezas, cuando madrugas para meterte en el agua a las 7 de la mañana, cuando haces malabares para encontrar horas de bicicleta cada fin de semana o juegas al sudoku, como dice José, para encajar tus entrenamientos de carrera con el resto de tu vida. La misma ilusión durante meses, hasta que dan la salida y te metes en el Zürichsee y ya no hay posibilidad de cambiar nada, la historia es la que ha sido y no otra. Da igual que hayas dado lo mejor de ti porque la suerte está echada. Si algo se tuerce, tienes que asumirlo y poner buena cara, porque esto no son matemáticas, porque esto no es lo más importante del mundo y, sobre todo, porque los demás no tienen por qué aguantarte tus lamentos.

El IM de Zurich no salió como yo he estado soñando durante todo el año. Pero no me importa; es más, dejaría esto antes que dejar de soñar cada día. Y además ¿de qué me puedo quejar yo este año? Segundo en Sevilla, primero en Madrid y primero en Guada. Momentos inolvidables rodeado de mi familia deportiva. Seguramente cometí errores, pero aprenderé de ellos y lo haré mejor a la siguiente. Para los de a pie, solo sirve "buscar la suerte", sola no va a llegar.

Con Julio
La natación de este IM tiene un recorrido muy claro (muy suizo). La salida es del tipo rolling start. Me puse al principio del grupo de 1:10 a 1:15 y no lo pasé mal (algún golpazo que otro, lo normal), pero salió como siempre: mal. No sé si algún día nadaré medio bien. Me dicen que fueron 4.000 metros y que salí a la mitad del pelotón, pero no me sirve para mis objetivos. Me llevé algún par de golpes de los buenos y en cada boya del tramo largo pensaba que girábamos hacia meta, pero no cedí en ningún momento. De verdad que en la bicicleta me dolían los brazos, no pude nadar mejor. Aún así, mi preocupación era hasta qué punto estaba recuperado del bajón de la semana anterior, cuando a los 500 metros me tenía que parar a respirar. Y la natación la superé sin mayor agonía. No hubiera firmado el resultado, pero salí aún entero.

La mejor animación del mundo
La T1 supongo que normal (siempre hay alguien que te pregunta que qué hace con la bolsa azul). El recorrido de bicicleta es simplemente precioso, con vistas de los Alpes, todo verde, mucho avituallamiento, etc. Seguro que se disfruta un montón paseando, pero no tanto cuando a los 180 kilómetros se le añade el calor, la humedad, las cuestas (nada que no supiéramos) y el viento, de cara la mayor parte del tiempo. Supe que el cuerpo no estaba recuperado al empezar a bajar hacia Zurich la primera vez, km. 70. Había comido y bebido, pero iba muerto. Como Bego me esperaba en la colina, estaba resuelto a pararme, llorarle un poco y pedirle perdón por tirar a la basura tanto sacrificio. Pero llegas a esa colina y te sientes Dios. Brutal. Y con nuestros nombres escritos en el suelo por nuestro dream team de supporters. Me dio vergüenza, no dije nada, apreté un poco y seguí para adelante. Nada iba a cambiar, pero no se merecían ni un lamento. En la segunda mitad dejé de mirar la media. Ya sabía lo que estaba pasando. Se me pasó (sinceramente) por la cabeza la idea de pararme, descalzarme y tirarme al lago para refrescarme. Daba igual ya, todo iba a ir a peor. Pero no lo hice, claro. Menos mal que no lo hice. Vuelta a subir, vuelta a bajar. 81 km/hora en la superbajada: no brain, no fear. En algún momento perdí el bote de herramientas. Lo que me faltaba ya: pinchar y no poder arreglar el pinchazo. Y en algún otro momento, perdí las sales. Y en algún momento más me atacó una avispa, que tenía muy claro que en mis labios había azúcar. En fin, que todo puede empeorar llegado el caso. Pero seguí apretando los dientes, con más corazón que otra cosa, y llegué de nuevo a Zurich, colina (esta vez sin apenas animación, claro) y vuelta al Landiwiese. Por cierto, finalmente me decidí a, por primera vez en competición, bajarme descalzo en marcha. Quería ganar unos segundos más Lo había ensayado varias veces, así que no salió mal del todo.

Llegada
Bien la T2, creo yo. Pero claro, 30 grados, humedad, muerto y a por un maratón. Todo muy racional, muy de sentido común, de lo que siempre presumo. Sé que esto no va a ser Niza ni por asomo. Y allá que vamos, sin cronómetro (lo paré y solo miraba el reloj para ver si llegaba a la cena). El recorrido es más bien feo e incómodo. Cuatro vueltas con cuatro pasos subterráneos cada una. Eso sí, la organización, perfecta, recorridos cerrados, avituallamientos constantes y sin que faltara nada, animación razonable, nuestros familiares coreando cada paso. Muchos españoles y muy majos. Especial agradecimiento a los fans del Clavería, que también nos animaban (como los nuestros a ellos, faltaría más). Fui poco a poco, más lento en cada vuelta, pero como siempre, sin parar (a pesar de todo, segundo de mi categoría, esta vez no fui primero, bastante hice 8-). Al final, poco más de 11 horas. Decir que aunque el tiempo sea de pena, estoy orgulloso es poco. Estaba al 80%, pero me aseguré de dar el 100% de ese 80%.

Podio de clubes
Mis compañeros tuvieron suerte desigual: Rober brilló, como siempre (segundo en su categoría, delante de algunos pros); y José también lo hizo. José Luis sufrió, pero terminó su primer IM: ahora saber lo que es esto, y espero que vuelva porque tiene clase de sobra para hacerlo más que bien. Nico tuvo que abandonar (no era su día) y Ángel y Julio tuvieron que aflojar porque sus estómagos tampoco tuvieron el día. Respuestas diferentes de grandes deportistas a una prueba extrema. La dureza era tal que hubo que enviar a toda la armada para conseguir, a pesar de todo, un éxito más. El IM de Zurich causó bajas, pero nos reconoció una victoria: segundo club clasificado en la división III de clubes Ironman. Lo que nos clasifica para el campeonato de Europa del Este y África (EMEA). Supongo que es otra estrategia comercial de la franquicia Ironman y que no tiene mayor importancia que la que se le quiera dar, pero yo pude subir a recoger nuestra ovación con el mejor deportista que conozco. Me da igual si suena ñoño, ridículo o insincero, para mi no lo es. Y ojalá hubieran estado mis otros cinco compañeros para redondear la foto, porque esta la imprimo y la cuelgo donde se vea bien. 

El único momento malo de toda la aventura fue oír decir a Rober "Nein" cuando dijeron su nombre en la asignación de slots para Hawai. Qué pena no tener más calidad, haber conseguido slot yo también y haber viajado juntos. Hubiera sido... uf. Seguiremos intentándolo, que es lo que mismo que decir que seguiremos soñando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario