lunes, 24 de febrero de 2014

Maratón de Sevilla

No hay duda de que Sevilla me trata bien. Me fue muy bien en el año 2000 y me ha ido muy bien en 2014. Pero han transcurrido 14 años y lógicamente han cambiado muchas cosas. Voy a hacer un repaso muy personal, basado en los recuerdos que guardo de aquel maratón que corrí un 28 de febrero de 2000 y las impresiones del que corrí ayer mismo.

Cartel del año 2000
La organización ha mejorado notablemente. La verdad es que, aunque vayamos detrás de otros países más modernos en casi todo (estoy pensando en la NYCM), es mejor ir detrás que no ir. La recogida de dorsales, la información al corredor, los cajones de salida, los avituallamientos, la señalización en carrera, etc. Todo está a la altura de los 9000 usuarios (sí, usuarios, pagamos para recibir algo a cambio, no somos colegas ni amiguetes). No quiero decir que en 2000 todo era peor (cuando llegué, muerto, recuerdo con agradecimiento que los voluntarios se lanzaron a ofrecerme ayuda), pero cuando triplicas o cuadruplicas el número de participantes tienes que cambiar cosas. Y creo que lo han hecho. No me gusta el avituallamiento en vasos, pero es más ecológico, eso es cierto. También creo que deberían ofrecer avituallamiento sólido, pero siempre me lo he llevado de casa; o sea, que sin problemas.

Más triste me parece la decadencia del Estadio Olímpico. En 2000 el suelo de la pista era un lujazo: no hacía demasiado que se había celebrado un campeonato mundial de atletismo. De aquella pista inolvidable solo queda un suelo cochambroso y triste, con más calvas que cubierta, que da pena mirar. Eso sí, los campos de fútbol los mimamos, pero los de atletismo se mueren y desaparecen. En 2000 me pude duchar en las mismas duchas de la élite, en unas instalaciones de lujo. Ahora te toca ducharte en el hotel o en casa.

La animación es de lo que más ha mejorado. Ya en la salida hemos aprendido la importancia de calentar el ambiente con música. Salir con el Highway To Hell es fácil y no tiene precio (la SGAE no estará de acuerdo, claro). Por eso nos han enseñado (supongo que los americanos) la importancia de añadir animación durante la carrera. No puedo evitar comparar con la maratón de NY, pero seré agradecido: los grupos que amenizaban la carrera lo hacían razonablemente bien. Me gustó especialmente el coro de chavalas interpretando AC/DC con acento andaluz. 

Con la capa de Supermán
Lógicamente, con el triple o cuádruple de corredores, se multiplica aún más la animación de gente en carrera y en el Estadio. La soledad inmensa en la Isla de la Cartuja el año 2000 es difícil de olvidar: en el desierto se debe pasar parecido. Pero ya no es así. Hay zonas más animadas que otras, pero hay homogeneidad y siempre hay alguien que te recuerda que no te has salido del recorrido (me resulta inevitable comparar con el maratón de NY, pero es que es de otro planeta).

Y respecto al resultado personal, si inolvidable es el del año 2000 por conseguir la que era y será siempre mi marca personal, el de ayer me produjo una satisfacción inmensa. Lo considero un logro personal. Son casi 12 minutos de diferencia más lento (2h45 y 2h57), pero también son 14 años los que han pasado (no llega a un minuto por año 8-). En ambos casos he entrenado menos de lo razonable. En el año 2000 apenas encontraba tiempo para entrenar, así que me planté en Sevilla sin llegar a los 80 km. semanales en la semana de mayor carga. Ahora dedico más tiempo a entrenar, pero sobre todo la natación y la bicicleta, así que no he llegado ni a 60 km. Es por eso que tengo más agujetas de las habituales, que hacía tiempo que no bajaba escaleras como Chiquito de la Calzada.

Ritmo de Carrera en el Maratón de Sevilla de 2000
Pero la mayor diferencia que encuentro entre ambas carreras es el ritmo: en 2000 el agotamiento era progresivo, cada vez más lento: pasé la media maratón en 1:19 y el ritmo fue cayendo poco a poco hasta acumular 6 minutos más; ayer empecé algo rápido, pero me mantuve en un ritmo de 4:10 (8:20, recomiendo medir cada dos km.) casi toda la carrera para terminar cayendo a 4:20 en los últimos kilómetros, solo un par de minutos más en la segunda media. Curioso. Y gratificante.

Una última comparación entre aquella maratón y la de ayer: cuando llegué en 2000 no me tenía en pie, lo había dado todo, tardé horas en normalizarme. El premio fue la marca de mi vida. Ayer no salí con esa idea, pero también acabé dándolo todo, de verdad que las piernas me pesaban lo indecible desde el km. 38, pero había corrido con una sonrisa de principio a fin y no sé si después de 11 maratones he terminado alguna tan entero y satisfecho. Quizá el Galarleiz...

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