sábado, 11 de agosto de 2012

Short Riaza

Ayer me decía un vecino que yo estoy tonto cuando me inscribo en un triatlón para el que me tengo que levantar antes de las 5. Igual no anda muy equivocado, pero estoy esperando a que venga a la piscina para contarle qué bien me ha ido.

A las 5:35 estamos en marcha Guille y yo. En Riaza nos encontraremos con cuatro compañeros más del Complutum. A las 7:00 estamos recogiendo dorsal y pegatinas. Nos obsequian con un maillot bastante chulo y de mi talla, así que por ahora me evito comprarme uno, como tenía pensado (los del Decathlon de talla XL son para gente no delgada).

Dejamos el material de carrera en la T2 (las zapatillas, vamos), y después del rito previo de preparación del resto de material, que ya empiezo a interiorizar, y de comprobar que el WC de la gasolinera está en buenas condiciones, Guille, Nico, Vicente y yo empezamos a recorrer los seis kilómetros y pico que nos separan del embalse de Riofrío. La temperatura es agradable.

La T1 está al borde del embalse. Está acondicionada lo mejor posible, pero el acceso al agua es un tanto agreste. Por segunda vez en un triatlón compruebo que el velocímetro de la bici no responde: hala, toca ir a ciegas otra vez. Coloco todo y me enfundo en el neopreno: es la primera vez que puedo utilizarlo en un triatlón. Se permite, no es obligatorio, pero lo lleva casi todo el mundo. Y yo con más razón: la primera lección de hoy es que en efecto ayuda a los peores nadadores, porque es la primera vez que salgo rodeado de tanta gente.

La salida se hace desde el agua y es amplia. El fondo es oscuro, pero el agua es limpia. No hay algas como en Tres Cantos ni verdín como en la Casa de Campo, ni el agua huele a nada. Además, después de dos semanas en las playas del Algarve, 22º son un lujo. Hago los 1000 metros de natación como siempre: mal, no acabo de respirar bien ni de sentirme agusto, pero al menos ya no me agobio.

En la transición me quito el neopreno con menos problemas de los previstos. Salimos bici en mano y me fijo en los problemas de más de un triatleta para meter los pies en el calzado: si sujetas el calzado, entrena el asunto; y si no, mejor te calzas antes, pienso yo. Ni 100 metros después de subir a la bici, hay un ambulancia y triatleta en el suelo. Ni idea de qué ha podido pasarle.

El recorrido en bici, 42 kilómetros, es fácil de describir: subir, bajar, subir, bajar... solo hay un tramo de subir, subir que a la vuelta es bajar, bajar. El circuito es chulo, pero no está cerrado al tráfico y a la vuelta hay más de un tractor, algún camión y coches mezclados con los triatletas que todavía van. Al poco de salir de Riaza me adelanta ese maquinón que es Ángel. El otro maquinón es Nico, que también me adelanta, aunque tarda un poco más. Y eso que yo estoy haciendo el short y ellos el half.

A la vuelta sopla viento y empiezan a notarse el calor y el sube-baja. Un juez me da un toque porque voy haciendo drafting, que a 10 metros, por favor... ni me había dado cuenta. De hecho el que llevaba delante y yo llevamos adelantándonos media carrera sin premeditación alguna. Le adelanto y me tomo el único gel que llevo para ver si me recupero un poco.

Una última rampa y entramos en Riaza camino de la segunda transición, que me sale algo pachucha. Empiezo el recorrido a pie, de 7,6 km, con varios corredores y la cuarta chica detrás. El último as en la manga es una pastilla de Carbonex que nos dieron en el último olímpico. El calor ya es considerable, me adelantan un chaval y la cuarta chica. La pastilla no se deshace y a los seis kilómetros acabaré tirándola. De todos modos, supongo que algo hace porque veo a Guille a unos 300 metros y empiezo a apretar: cae la cuarta chica, caen varios corredores, caen la tercera chica y otro par de corredores, cae el que me adelantó antes y llego a Guille y decido aflojar. Ya no queda ni un kilómetro y hace mucho calor. Al llegar, oigo que mi puesto es el 58. Contento. Todo ha salido bien.

En la llegada nos espera Vitón, que se ha acercado porque veranea cerca. Pruebo por primera vez en mi vida la única bebida disponible, aparte de agua (y sandía): Red Bull. Repugnante. Como hay sed, Vitón nos procura otra. Fresquita, pero repugnante también. Tras unos minutos de espera llegan a la T2 Carlos (no nos lo explicamos bien), Ángel (muy bien situado) y Nico (que va como una moto también). Les queda lo peor, y a nosotros, la vuelta a casa.

3 comentarios:

  1. Hola Manolo:

    ¡Enhorabuena! Estaba esperando tu crónica sobre el medio IM que ibas a hacer, pero veo que ha sido algo más corto. De todas formas, muy buena prestación.

    Saludos.

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    1. Gracias. El 1 de septiembre, el medio IM de Guadalajara. Ya lo contaré con todo detalle.

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  2. Hola Manolo:

    Estaré atento. Veo que te vas convirtiendo en un triatleta "de verdad". Que se te dé bien en Guadalajara, que por cierto, no sé si será la misma prueba que se celebraba en mi época de triatleta, allá a finales de los ochenta.

    Saludos.

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